«El enemigo irreductible: El Liberalismo» - Jean Ousset (1914-1994)
«...Pilato es el cristiano liberal que, en el fondo, trata de salvar a Jesús, pero que empieza por hacerle flagelar, para enviarlo luego a la muerte, ante el creciente tumulto que tanto su demagogia como su falta de carácter fueron incapaces de contener».
Con el deseo de que Cristo reine en nuestra Patria y en nuestras familias, y de un muy feliz año nuevo para nuestros lectores, vaya esta publicación
¿Qué es la verdad para un
liberal? «Quid est Veritas?». Se ve que la misma fórmula de Pilato surge
espontáneamente en los labios desde que se evoca al liberal.
Y con el conocido orgullo de la
ignorancia que toma por certidumbre, Pilato no espera siquiera la respuesta de
Jesús.
«Dicit ei Pilatos: Quid est
veritas? Et cum hoc dixisset iterum exivit ad Judaeos». «Y Pilatos exclama:¿Qué
es la verdad? Y, diciendo esto, salió de nuevo hacia los judíos…».
Jesús desde entonces guardará
silencio. La verdad, en efecto, no se manifiesta a los que, por principio,
rehúsan creer incluso en su posibilidad. Exige ese mínimum de humildad que
debiera implicar la consciencia de la ignorancia.
Y así, cuando más tarde Pilato
vuelve a Jesús, San Juan nos dice que no le será dada ninguna respuesta.
«Quid est veritas?...» Lo
que significa: ¡Todavía otro que cree en ella! ¡Otro iluminado, otro pobre
loco!
Un pobre loco. En efecto,
Herodes mandará poner a Jesús la túnica blanca de los locos. Y así se sellará
la reconciliación de Herodes y Pilato… Ambos son liberales.
Herodes representa el
liberalismo crapuloso del libertinaje; Pilato, el liberalismo de la gente
correcta, amiga de «lavarse las manos», respetar las formas. Pilato es el
liberalismo de la gente tenida por honorable.
Pilato es el cristiano liberal
que, en el fondo, trata de salvar a Jesús, pero que empieza por hacerle
flagelar, para enviarlo luego a la muerte, ante el creciente tumulto que tanto
su demagogia como su falta de carácter fueron incapaces de contener.
De hecho, y hasta el fin de los
tiempos, Jesús continúa siendo torturado, ridiculizado, enviado a la muerte, de
Pilato a Herodes y de Herodes a Pilato.
«Quid est veritas?...»
¡Otro iluminado! ¡Otro de esos maniáticos que acuden a la «tesis», a la
doctrina, en los momentos más inoportunos!
«Y, diciendo esto, Pilato
salió de nuevo hacia los judíos. Iterum exivit ad Judaeos». Se concibe,
¡Pilato es un hombre «comprometido»! Entregado a la acción. ¡Tiene cosas más
importantes que hacer que escuchar a un doctrinario!
«Iterum exivit»… «Iterum»:
de nuevo. Puesto que estaba perfectamente seguro de ello. Hacía tiempo que
estaba ya decidido. Antes de actuar, no ha perdido su tiempo en reflexionar
acerca de las terribles responsabilidades de su cargo. ¡Naturalmente! ¡Cómo iba
a eludir semejante situación!
«Iterum exivit ad Judaeos».
Que es tanto como decir: Pilato se vuelve de nuevo, «iterum», hacia el
problema concreto del momento, «ad Judaeos». Hacia esos judíos que están
ahí, bajo el balcón, que gritan… Y esto sí que es más importante que las
respuestas de ese Jesús.
«Exivit ad Judaeos».
Pilato se volvió hacia los judíos. Pero –y éste es su pecado— sin haberse
tomado la molestia de esperar y de oír la respuesta del Señor.
Dicho de otra manera, Pilato
vuelve a sumergirse en la «hipótesis», lo único que le interesa. Pero
sin esperar la respuesta de la doctrina, las luces de la «tesis» y de la
verdad.
✠ ✠ ✠
Dios hará, sin embargo, que esta
verdad sea dicha en toda su integridad.
Un poco más tarde, cuando en su
delirio la multitud exija la muerte de Jesús, lanzará a Pilato el último
argumento, que es también la explicación suprema: «quia Filium Dei se
fecit…, porque se ha hecho Hijo de Dios…».
¡Hijo de Dios! He aquí la clave
de todos los enigmas contra los cuales Pilato no cesa de tropezar.
¡Hijo de Dios! He aquí lo que
explica todo y lo que, en Su misericordia, Nuestro Señor ha querido que Pilato
oiga, por lo menos una vez.
Se concibe el enloquecimiento
del romano. Desde que tiene ante sí a este «rey de los judíos», va de
asombro en asombro. Todas sus concepciones de pragmático tortuoso quedan
atropelladas, derribadas...
Jesús llama desesperadamente a
la puerta de esta alma por todos los medios posibles…, hasta los sueños de su
mujer… ¿Comprenderá al fin este liberal? ¡No! Solamente está asustado…, preso
de pánico.
«Cum ergo audisset Pilatos
hunc sermonem, magis timuit». «Cuando Pilato oyó estas palabras, temió más».
Esta vez, quiere saber: «¿De
dónde eres tú?...». Dicho de otro modo: ¿Quién eres? Pero…, ¿de dónde
vienes, hombre extraordinario? Dime cuál es tu misterio para que yo comprenda
de una vez.
Jesús guarda silencio. Después
de todo lo que ha dicho, tras esa flagelación que Pilato acababa de ordenar, la
verdad no tiene por qué responder a tales intimaciones.
Ante el silencio de este
singular prisionero, el temor de Pilato se acrece. Tiene miedo como todos los
débiles. Y como todos los débiles que tienen miedo, ¿mostrará su fuerza a esta
turba ululante dando orden a los soldados de dispersarla? ¡No! Hará alarde de
su fuerza ante este hombre encadenado y al parecer impotente. Amenazará al
Justo en nombre de lo que él cree «su autoridad»[1].
«¿No me respondes? ¿No sabes
que tengo poder para soltarte y para crucificarte?», y Jesús responde: «No
tendrías ningún poder sobre mí, si no te hubiera sido dado de lo Alto».
«No tendrías…» tú…,
Pilato… Es decir: tú, hombre político cualquiera investido de una parcela de
autoridad…, quienquiera que seas: simple funcionario, juez, diputado, ministro,
gobernador, príncipe o rey…, no tendrías ningún poder si no lo hubieres
recibido de lo Alto, es decir: de Dios, es decir, de Mí.
Y puesto que tu poder es un
poder político, jurídico, social, el solo hecho de que acaba de afirmar que
este poder viene de Mí, prueba, sin posible discusión, que la realeza que yo
reivindico, aunque no es de este mundo, se ejerce sobre él, sobre los individuos
como sobre las naciones. Y esto porque yo me llamo «Hijo de Dios».
✠ ✠ ✠
Para lo sucesivo, y a través de
Pilato, Jesús ha querido dar la lección completa a los políticos de todos los
tiempos. Explicación suprema que corona y confirma todo lo que se ha dicho.
Observemos cuidadosamente la
admirable progresión de esta lección divina.
En primer lugar, y por caridad,
Jesús se esfuerza en disipar el equívoco fundamental que podría asustar y, por
esto mismo, cerrar el corazón al mismo tiempo que entenebrecer el espíritu: «Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis gentes habría
combatido..., etc.».
Esto como preámbulo es un poco
negativo… La explicación positiva viene en segundo lugar: «Tú lo dices, yo
soy rey. Yo para esto he nacido, para dar testimonio de la verdad».
Por esta segunda respuesta Jesús
explica cuál es la naturaleza de esa realeza. Realeza, no como las otras, sino
reinado espiritual, reinado doctrinal, reinado de la verdad en todos los
órdenes.
Y esto lo precisa la tercera
parte, que da la clave del enigma. Porque es Hijo de Dios, porque es Principio
del orden universal, Su reino es algo humanamente inaudito: el reino de la
verdad…, el restablecimiento del orden fundamental.
En cuarto lugar, la última
respuesta de Jesús nos da la confirmación concreta: «No tendrías ningún
poder sobre mí, si no te hubiera sido dado de lo Alto».
En adelante, ya no es posible la
duda; la realeza del Hijo de Dios es sólo una realeza sobre las almas; es
también una realeza social; puesto que está en el origen mismo del poder de
Pilato. Prueba cierta, pues, de que el poder civil no escapa de ningún modo a
su imperio.
Por propia confesión Jesús es,
pues, rey en este dominio, como en todos los demás. Su reino no conoce límites.
Llena el universo.
Tal es la lección del Evangelio.
* En «Para que Él reine», Ediciones Cruzamante – Buenos Aires, 1980, pp.18-22.
[1] Esta vez, Jesús va a responder, precisamente, por respeto a esa «autoridad» de Pilato, que es la autoridad misma del poder civil. Jesús va a responder como respondió al Sumo Sacerdote invocando el nombre de Dios vivo. Poder espiritual y poder temporal: Nuestro Señor ha querido dejarnos este ejemplo de perfecta sumisión a los dos poderes instituidos por Dios.
