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Mostrando las entradas de marzo, 2024

«Jesús en la cruz» (fragmento) - S.S. Benedicto XVI (1927-2022)

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[…] Jesús muere en la cruz. Según la narración de los evangelistas, Jesús murió orando en la hora nona, es decir, a las tres de la tarde. En Lucas, su última plegaria está tomada del Salmo 31: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46; cf. Sal 31,6). Para Juan, la última palabra de Jesús fue: «Está cumplido» (19,30). En el texto griego, esta palabra ( tetélestai ) remite hacia atrás, al principio de la Pasión, a la hora del lavatorio de los pies, cuyo relato introduce el evangelista subrayando que Jesús amó a los suyos «hasta el extremo ( télos )» (13,1). Este «fin», este extremo cumplimiento del amor, se alcanza ahora, en el momento de la muerte. Él ha ido realmente hasta el final, hasta el límite y más allá del límite. Él ha realizado la totalidad del amor, se ha dado a sí mismo. En el capítulo 6, al hablar de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos, hemos conocido también otro significado de la misma palabra ( teleioũn ) basándonos en Hebreos 5,9: en la Tor

«El Americanismo» - Guillermo Gueydan de Roussel (1908-1996)

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«La Revolución Francesa había reemplazado a Dios por la Razón, los Estados Unidos concibieron una realidad materialista: la religión del Progreso técnico». Todos los grandes acontecimientos de este mundo tienen una genealogía espiritual. Dos amores, dice San Agustín han dado nacimiento a dos ciudades: una, la Ciudad de Dios, fundada sobre el amor y la unión con Dios, y otra, la Ciudad Terrestre, fundada sobre el amor de los hombres que puede llegar hasta el desprecio de Dios. Todas nuestras instituciones políticas están fundadas ya sea sobre el amor y la unión con Dios, ya sea sobre el amor de los hombres que puede llegar hasta el desprecio de Dios. Unas merecen ser llamadas las esposas de Cristo, otras las adúlteras del demonio. El fin del siglo XVIII ha visto el desmoronamiento de nuestras instituciones cristianas en Europa, y el advenimiento de un nuevo poder en el Nuevo Mundo. Aquí, la agonía de un régimen y de una sociedad, allá, la construcción de una pirámide política bajo la

«Una nota sobre el nudismo» - Gilbert K. Chesterton (1874-1936)

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Algunos de los escritores modernos más inteligentes tienen una estrecha costumbre contra la cual quisiera protestar. Consiste en negarse totalmente a expresar la opinión de los demás tal cual es y a considerarla según sus propios méritos. El escritor moderno debe suponer que es cuestión de elegir entre su propia opinión extrema y algo que está en la otra punta. Hallé un ejemplo curioso en un libro excelente de Cicely Hamilton llamado Modern Germanies. Hacía referencia a la secta de los nudistas, que han renovado la vieja herejía de los adamitas y andan muy tranquilos sin ropa, y se toman muy en serio; como si la desnudez fuese un invento moderno. Creo que la señorita Hamilton en verdad vaciló un poco, pues sus instintos de persona civilizada la llevaron a reír, y sus instintos de progresista, a aplaudir. Entonces, ¿qué hace? Inmediatamente, repite la vieja historia de Pablo y Virginia, la novela muy artificial y sentimental del siglo XVIII, en la que la heroína se ahoga porque se nie

«Los Puertos Grises» (fragmento) - John R. R. Tolkien (1892-1973)

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Ha muerto un viejo amigo, Jorge Ferro. Muchas y muy buenas cosas podríamos publicar aquí de su autoría. Ya lo haremos. Preferimos ahora, como homenaje y tributo a la enseñanza que nos legó, reproducir este fragmento de «El Señor de los Anillos» –que es una despedida–, y a modo de gratitud por todo lo que nos transmitió   en aquellas ya lejanas pero inolvidables reuniones de la «Guardia de San Miguel», acerca  de su entrañable Tolkien, cuando todavía casi ni se oía hablar de él. [...] El veintiuno de septiembre partieron juntos, Frodo montado en el poney en que había recorrido todo el camino desde Minas Tirith, y que ahora se llamaba Trancos; y Sam en su querido Bill. Era una mañana dorada y hermosa, y Sam no preguntó a dónde iban. Creía haberlo adivinado. Tomaron por el Camino de Cepeda hasta más allá de las colinas, dejando que los poneys avanzaran sin prisa rumbo al Bosque Cerrado. Acamparon en las Colinas Verdes y el veintidós de septiembre, cuando caía la tarde, descendieron ap

«Discurso a la Catolicidad de España» (fragmento) - Eugenio Montes (1900-1982)

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«...Con orgullo podemos proclamar que el esfuerzo de los claros varones de Castilla, en la ancha, oceánica, acepción de esta comarca, salvó la unidad del mundo, afirmando el destino metafísico de la especie». [...] Ningún otro pueblo ha sentido nunca con igual plenitud la llamada de lo alto, ni dio tampoco con tan gozosa entrega el fervor de su sangre por la sangre de quien bajó a redimir las más varias gentes. Campeones de Dios y de la Santa Madre Iglesia fuimos los españoles desde que la palabra divina llegó por la voz apostólica a nuestras tierras últimas. Con alegre sacrificio compraron para la posteridad los mártires de Tarragona sus derechos de primogenitura en la participación de la fe cristiana. Desde los primeros concilios defienden teólogos hispanos la pureza del dogma contra todo desvarío herético. Prudencio canta la gesta española de los mártires de Nicea, y el cordobés Ossio vence, a mente armada, la falsa y seductora doctrina de los «eones». Toda Historia española es, e