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Mostrando las entradas de agosto, 2022

«¿Qué es el hombre?» - Odo Casel O.S.B. (1886-1948)

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Se habla mucho hoy día del verdadero «concepto de hombre», o, mejor, se anda a la búsqueda del auténtico concepto de hombre. Quid est homo? «¿Qué es el hombre» (Salmo 8, 5) , el verdadero hombre? ¿Cómo ha de configurarse, para ser del todo lo que desea ser y lo que debe ser? Pero, y ¿qué es eso que quiere y debe ser? Él mismo no lo sabe. Por eso el buscador está dando vueltas en redondo. Le gustaría conocer el verdadero concepto de hombre, le gustaría proponérselo como modelo para conformarse a él; le gustaría realizarlo en sí mismo, llevándolo a su perfección. Pero ignora por completo dónde se encuentra el arquetipo del hombre. ¿Cómo va a poder conformarse a él? Y, sin embargo, está constantemente «modelándose» a sí mismo, como un escultor que cincelara una estatua sin tener claramente en la cabeza el arquetipo de su obra. Parece como si lo que pretendiera con su trabajo fuera, antes que nada, encontrar el modelo. ¿Qué es lo que puede salir de un esfuerzo así? Un artista que procedi

«Conversión de Agustín» - San John Henry Newman (1801-1890)

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Quizás pregunte un lector: ¿cuál fue la historia de ese Padre célebre cuyos últimos días fueron objeto de mi anterior capítulo? ¿Qué vida tuvo, cómo fueron sus primeros años, y sus trabajos? Seguramente no fue un hombre común quien tuvo un fin tan impresionante en todos sus aspectos. Podemos responder en pocas palabras que Agustín era hijo de una piadosa madre quien, durante muchos años, sufrió al verlo errante entre la duda y la incredulidad, que oró incesantemente por su conversión, y que al fin tuvo la alegría de presenciarla. Desde su primera juventud él se había entregado a un género de vida incompatible con el estado de catecúmeno al que fuera admitido en su infancia. Es difícil saber hasta dónde se dejó llevar por sus excesos: al hablar de sí mismo hace uso de un lenguaje que podría tener el peor de los significados, o que bien podría ser la expresión de un hondo arrepentimiento y sensibilidad espiritual. A los veinte años abrazó la herejía maniquea, en la que prosiguió durante

«Moral y psicología» - Gustave Thibon (1903-2001)

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Otro hecho entre mil. Una mujer, que engañaba a su marido desde hacía largo tiempo, acaba de dejar el hogar conyugal abandonando además a sus dos hijos. Hablo de este lamentable acontecimiento con un joven universitario, completamente impregnado de psicoanálisis, quien me hace el siguiente comentario: «Comprendo muy bien a esa mujer; no existía ningún entendimiento sexual entre ella y su esposo y, al abandonarle, no ha hecho más que obedecer a su verdadera naturaleza. Usted la condena en nombre de la moral, pero, psicológicamente, ella tenía razón». Este trivial incidente me lleva a meditar sobre el actual divorcio entre la psicología y la moral. La moral es, por esencia, normativa : nos propone un sistema y una jerarquía de valores y nos impone unas reglas de conducta con vistas a realizar esos valores, es decir, para asegurar el máximo de armonía individual y social. Proscribe, por ejemplo, el robo, el asesinato, la anarquía sexual, etc., como contrarias a la dignidad del ser hum

«El Libertador (Meditación ante la tumba del general San Martín)» - Francisco Luis Bernárdez (1900-1978)

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Despierto está sobre nosotros, como una estrella protectora en nuestro cielo. En el hogar que nos reúne, su nombre augusto es como el pan y como el fuego. No hay argentino que no sienta dentro del alma la virtud de su recuerdo. Y que no escuche en lo más hondo del corazón la voz profunda de su sueño. Hasta en la muerte es de sus hijos, hasta en la muerte silenciosa es de su pueblo. Hasta en la muerte se derrama sobre la vida y el honor de nuestro suelo. Mientras vivió, vivió de darse, como el misterio de la música en el tiempo. Como la fuente, como el río, como la luz, como la llama, como el viento. El alma inmensa de aquel hombre sólo cabía sin dolor en un ejército. Para vivir en este mundo, su corazón necesitó miles de cuerpos. Aquel ejército era el eco de su emoción, pues era carne de su carne.            Su corazón le daba forma; sus venas vivas de pasión le daban cauce.          Su voz vibraba en los clarines y sostenía las banderas en el aire.             

«La cruzada española y los voluntarios rumanos» - Sergio Miranda Carrington (1927-2013)

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He aquí un pequeño fragmento de un gran libro. En él, el autor ha volcado el testimonio de su amigo Vlad Durlia, de quien oyó «durante meses, noche a noche (...) el relato de las luchas, esperanzas y desventuras de la Guardia de Hierro». E l 20 de julio de 1936 los grandes diarios rumanos, muy a disgusto, informaron que el ejército español del África, a las órdenes del general Francisco Franco, se había levantado contra el Gobierno de la República española. Un escalofrío sacudió a los nacionalistas: España estaba unida a nosotros no sólo por su condición de país latino, sino, especialmente, porque de España había salido Trajano, el emperador romano que nos incorporó a la civilización. Esa, que se llamó «guerra civil española» era nuestra propia guerra. El general Franco alcanzó caracteres legendarios. ¡Por fin alguien se atrevía a enfrentar el comunismo en el terreno de los hechos! Ya conocíamos los detalles del asesinato de Calvo Sotelo por los republicanos y el calvario de los sacerd

«La interpretación progresista de Maritain de los documentos del Vaticano II» - P. Julio Meinvielle (1905-1973)

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En un nuevo aniversario de la muerte del P. Julio Meinvielle (2 de agosto de 1973), vaya esta esclarecedora publicación en su homenaje y recuerdo. Maritain, empeñado en mantener sus posiciones equívocas y peligrosas de su Humanismo Integral , interpreta las decisiones de Vaticano II como si ellas fueran la confirmación de sus arriesgadas teorías. Así, escribe regocijado: «En verdad todos los vestigios del Santo Imperio están hoy liquidados; hemos salido definitivamente de la edad sacral y de la edad barroca; después de dieciséis siglos que sería vergonzoso calumniar y pretender repudiar, pero que decididamente han acabado de morir y cuyos graves defectos no eran cuestionables, una edad nueva comienza, donde la  Iglesia nos invita a comprender la bondad y la humanidad de Dios nuestro Padre, y nos llama a reconocer al mismo tiempo todas las dimensiones de este hominem integrum del cual hablaba el Papa en su discurso del 7 de diciembre de 1965 en la última sesión del Concilio» [1] .