«La recuperación de las cosas» (2ª parte) - José María de Estrada (1915-1997)
[...] L os valores espirituales como son la justicia, la libertad, la verdad, etc., no son imperativos del intelecto humano, son realidades que se le imponen al hombre por diversas vías, ya que las reciba por la ley divina, ya que las observe en su naturaleza o que las intuya y conozca por la consideración de las cosas, puesto que entre el mundo del espíritu y el de los seres corpóreos hay una verdadera correspondencia y armonía. La negación de los valores trascendentales y su subjetivización significa la ruptura del orden y la entronización de un nuevo dualismo análogo a aquel de los antiguos maniqueos. Por una parte nos enfrentamos ante un mundo de realidades espirituales, en cuyo centro se encuentra como una deidad el pensamiento humano, la Razón; por otra comprobamos la existencia de un mundo empírico, el mundo de las cosas sin misterio, sin referencia a lo trascendental, cuya realidad puramente fenoménica puede ser agotada –o lo será progresivamente– con los nuevos métod