Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2020

«La recuperación de las cosas» (2ª parte) - José María de Estrada (1915-1997)

Imagen
[...] L os valores espirituales como son la justicia, la libertad, la verdad, etc., no son imperativos del intelecto humano, son realidades que se le imponen al hombre por diversas vías, ya que las reciba por la ley divina, ya que las observe en su naturaleza o que las intuya y conozca por la consideración de las cosas, puesto que entre el mundo del espíritu y el de los seres corpóreos hay una verdadera correspondencia y armonía.   La negación de los valores trascendentales y su subjetivización significa la ruptura del orden y la entronización de un nuevo dualismo análogo a aquel de los antiguos maniqueos. Por una parte nos enfrentamos ante un mundo de realidades espirituales, en cuyo centro se encuentra como una deidad el pensamiento humano, la Razón; por otra comprobamos la existencia de un mundo empírico, el mundo de las cosas sin misterio, sin referencia a lo trascendental, cuya realidad puramente fenoménica puede ser agotada –o lo será progresivamente– con los nuevos métod

«La recuperación de las cosas» (1ª parte) - José María de Estrada (1915-1997)

Imagen
Debido a su extensión, hemos de publicar en dos partes este excelente trabajo, escrito –adviértase– en 1942, en plena conflagración mundial. Provocarán quizás perplejidad en algún lector ciertas afirmaciones  expuestas  en los finales de la 2ª parte   – a editarse Dios mediante el próximo jueves –, y  referentes a la situación mundial de aquel entonces,  y que no obstante su actual «incorrección política», aún las estimamos  válidas desde la perspectiva de nuestro tiempo . H ay un enigma en las cosas, un misterio. No en vano se nos dijo que veríamos las grandes verdades como en espejo y en enigma y que de la consideración de las cosas creadas habíamos de llegar a lo inefable. Esto nos demuestra la limitación y la contingencia de las cosas, aunque nos exhibe también la raíz de su misterio y el principio de su grandeza. Hay misterio donde hay algo que no puede explicarse por sí mismo. En las cosas hay misterio por la sencilla razón que tienen su fin en otro, lo cual no implica e

«La religiosidad de Manuel Belgrano» - P. Guillermo Furlong (1889-1974)

Imagen
[...]     Después de la desastrosa expedición al Paraguay, pasó Belgrano a la Banda Oriental, de donde se le llamó, en abril de 1811, para que compareciese en la capital y respondiese a los cargos que había contra él. Se le suspendió del cargo de miembro de la Junta Gubernativa y se le destituyó del rango de general en jefe. Para bien de la tierra argentina y de la causa revolucionaria, Belgrano era demasiado patriota y demasiado humilde para abandonar su deber, aun en medio de estas crueles contradicciones.     A los pocos meses, fue llamado el destituido general para ocupar de nuevo un lugar de peligro en el campo de batalla. En febrero de 1812, se encuentra en Rosario y, por sí y ante sí, determina enarbolar una bandera que distinga a los ejércitos nacionales de los ejércitos enemigos. ¿Por qué escogió los colores azul y blanco? Mitre dice que prefirió estos colores, porque eran un reflejo del hermoso cielo de la patria. Recuerde el lector cómo, al fundarse el Consulado en 1794

«Razón y Democracia» - Rafael Gambra (1920-2004)

Imagen
    En otoño de 1792 la Convención decreta en Francia el culto de la diosa Razón, y el pueblo revolucionario de París adora en la catedral de Nuestra Señora a la Razón bajo la forma de una prostituta encaramada en su altar mayor. Acababa de proclamarse la República, y pocos meses antes había subido a la guillotina Luis XVI y su familia, símbolos del pasado sagrado de Francia, de lo que a partir de ahora se considerarían «poderes irracionales». En aquellos mismos días el arzobispo «constitucional» de París, con sus canónigos, abjuraría de la religión católica ante la Convención. Iba a comenzar, en un baño de sangre, la puesta en práctica de los lemas racionales de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Empezando por el de Igualdad, porque los otros se suponían consecuencias futuras de la obra igualadora de la Revolución. El calendario –los nombres de los meses y el cómputo de los años– se modificaría con nombres «naturales» y una nueva era a partir del año I; los notables del reino –nobl

«El Poeta y la República de Platón» - Leopoldo Marechal (1900-1970)

Imagen
    Al participar con vosotros en esta fiesta del intelecto y al considerar la grata significación de esta ceremonia en la cual el Estado reconoce, valoriza y premia la obra de sus artífices, he recordado, sin proponérmelo, el extraordinario juicio que hace Platón de los poetas, al excluirlos, en teoría, de su famosa República. Y he sentido a la vez dos impulsos aparentemente contradictorios: el de censurar a Platón y el de defenderlo. Haré las dos cosas, porque, según se lo considere, el poeta tiene razón contra el filósofo y el filósofo puede tener razón contra el poeta.     Lo que más nos asombra es el hecho de que Platón, en vías de organizar la Ciudad Terrestre, excluya, sin más ni más, a los poetas, olvidando que toda criatura humana, sea cual fuere su naturaleza individual o su vocación, debe tener un lugar adecuado en la República, y que es obra del político, justamente, el asignarle a cada una el sitio y la jerarquía que le corresponde.     ¿Ignoraba Platón, acaso, la n