«Los Pobres» - José María de Estrada (1915-1997)
Los pobres de mi Señor Jesucristo no tienen donde apoyar su cabeza, como mi Señor, tampoco tenía dónde; ni en un respaldo de piedra. Ellos ambulan las noches frías de invierno de puerta en puerta pidiendo un poco de pan o un poco de leche que dé calor a sus manos yertas. No tienen elegancia ni agradable aspecto, sus ojos están hendidos por el llanto; y saben que muy pocos se compadecen de su falta de higiene y de su quebranto; son muy pocos los que ven bajo sus manos sucias la divina mano; son muy pocos los que enjugan sus lágrimas con un respeto santo. Ellos van de puerta en puerta, golpeando en las noches crueles; pero hay más frío en el corazón de los ricos que escuchan cómodamente ese quejido del que está crucificado entre el ludibrio de los infieles y que no han oído lo del avaro y lo del leproso doliente. Porque ellos no saben quién es ese Visitante que llama todas las noches y que espera en las puertas de las iglesias cuando las campanas amanecen en su cántico de bronc