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Mostrando las entradas de febrero, 2023

«Funeral por el Prof. Francisco Elías de Tejada» - P. Raúl Sánchez Abelenda (1929-1996)

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Palabras pronunciadas por el Pbro. doctor Raúl Sánchez Abelenda al celebrarse el solemne funeral en sufragio del profesor de Filosofía del Derecho y de Derecho Natural, doctor don Francisco Elías de Tejada y Spínola, en la Catedral de la Almudena de Madrid, el lunes día 19 de febrero de 1979, al cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento. Estimados católicos y queridos amigos: Por ambas razones nos convoca el católico cabal y el entrañable amigo que ha sido, sigue y debe seguir siendo Francisco Elías de Tejada y Spínola. De lo primero: católico, plena certeza; embebido su espíritu en la plenitud de la Verdad Primera, su corazón arraigado –con seguridad eterna– en el Sumo bien y su efectividad saturada diáfanamente en la Belleza inagotable y que no se marchita. En ese Dios, el Dios católico, uno y trino, en el que creyó, esperó y a quien amó con pasión católica. De lo segundo: su amistad, tan leal, tan benévola, nada interesada, la ha anclado en Dios. Nosotros aquí en la tierra

«Castellani, el Político» - Aníbal D'Angelo Rodríguez (1927-2015)

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Se cumplen hoy ocho años de la muerte de nuestro querido Aníbal D’Angelo. En su recuerdo ofrecemos este pequeño artículo, publicado, junto con otros de distintos autores, con motivo de la muerte de su admirado P. Castellani. Corrían los últimos meses de 1945. Yo tenía 18 años, muchas ilusiones y un libro –la «Crítica literaria»– dedicado por su autor: Leonardo Castellani. El mismo nombre que figuraba en la lista de candidatos a diputados por el nacionalismo. Unos años antes había leído «El nuevo Gobierno de Sancho» y me había deslumbrado. No sólo por el humor ágil, moderno, inédito –un ánimo jocoso y deportivo para reírse del enemigo– sino por las definiciones profundas que descubríamos entre las líneas risueñas. ¿Cómo olvidar la definición de un alma noble?: «El que en su conducta ha puesto estilo. El que pone leyes y las cumple. El capaz de obedecer, de refrenarse y de ver. El que siente el honor como la vida. El que por poseer puede darse...» . Corrían, pues, los últimos meses d

«Los orígenes del Temple» - Régine Pernoud (1909-1998)

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En el año 1099, los Cruzados recuperaron Jerusalén y los santos lugares de Palestina caídos en manos de los musulmanes cuatrocientos años antes y que, en fecha mucho más reciente, fueron sometidos al poder de los turcos selyúcidas, cuya invasión de Asia Menor es como una oleada y su victoria sobre las fuerzas del Imperio bizantino (batalla de Manzikert, 1071) fue para éstas un verdadero desastre. Las peregrinaciones no se interrumpieron nunca totalmente, excepto en los periodos de persecuciones particularmente crueles contra los cristianos, como fue, por ejemplo, el reinado del califa Hakim a principios del siglo XI. Esas peregrinaciones fueron fomentadas considerablemente por esta reconquista de los santos lugares, pero en condiciones precarias, pues la mayor parte de los barones cruzados, una vez cumplido su voto, regresaban a Europa. Las fuerzas que quedaban en Tierra Santa eran irrisorias y no iban a desarrollarse más que en algunas plazas fortificadas o en los castillos edificad

«Un país en torno a un ataúd» - Eugenio Montes (1900-1982)

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G racias a una publicación del blog amigo «La Cigüeña de la Torre», en el cual su autor hace una referencia a la muerte acaecida «en olor de multitud como los héroes y en olor de santidad como los santos»,  hemos conocido la existencia de «un memorable artículo sobre el asesinato  del Canciller Dollfuss», escrito por la magistral pluma de Eugenio Montes  cuando se hallaba en Austria como corresponsal periodístico. Pues bien, lo hemos encontrado, publicado en el ABC, y nos parece bueno recordarlo. Aquí va, con nuestro agradecimiento a Pacopepe. Viena 29, 2 madrugada. (Crónica telefónica de nuestro redactor). Seis de la mañana. Pasaportes. Gorras de aduaneros. Unas casitas aldeanas con tejas rojas por las que sale, lento y madrugador, el humo rural del desayuno. Hay gavillas en las eras, muchachos que cantan cerca del andén, en el corralillo del guardavías. Ante un cuadro así, tan pacífico tan de égloga, las revoluciones parecen lo que en realidad son: una locura que nace y muere en lo