«Sobre Cataluña» - José Antonio Primo de Rivera (1903-1936)
El señor PRIMO DE RIVERA:
Este diputado, que no pertenece
a ninguna minoría, se cree, por lo mismo, con voz más libre para recabar para
sí, y se atrevería a pensar que para todos, esta fiducia: la de cuando nosotros
empleamos el nombre de España, y conste que yo no me he unido a ningún grito,
hay algo dentro de nosotros que se mueve muy por encima del deseo de agraviar a
un régimen y muy por encima del deseo de agraviar a una tierra tan noble, tan
grande, tan ilustre y tan querida como la tierra de Cataluña. Yo quisiera que
el señor presidente y quisiera que la Cámara separase, si es que admite que
alguien faltó a eso, a los que, cuando pasamos por esa coyuntura, pensamos como
siempre, sin reservas mentales, en España y nada más que en España; porque
España es más que una forma constitucional; porque España es más que una
circunstancia histórica; porque España no puede ser nunca nada que se oponga al
conjunto de sus tierras y cada una de esas tierras.
Yo me alegro, en medio de todo
ese desorden, de que se haya planteado de soslayo el problema de Cataluña, para
que no pase de hoy el afirmar que si alguien está de acuerdo conmigo, en la
Cámara o fuera de la Cámara, ha de sentir que Cataluña, la tierra de Cataluña,
tiene que ser tratada desde ahora y para siempre con un amor, con una
consideración, con un entendimiento que no recibió en todas las discusiones.
Porque cuando en esta misma Cámara y cuando fuera de esta Cámara se planteó en
diversas ocasiones el problema de la unidad de España, se mezcló con la noble
defensa de la unidad de España una serie de pequeños agravios a Cataluña, una
serie de exasperaciones en lo menor, que no eran otra cosa que un separatismo
fomentado desde este lado del Ebro.
Nosotros amamos a Cataluña por
española, y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez, como al
país vasco, como a las demás regiones. Simplemente por eso porque nosotros
entendemos que una nación no es meramente el atractivo de la tierra donde
nacimos, no es esa emoción directa y sentimental que sentimos todos en la
proximidad de nuestro terruño[1],
sino, que una nación es una unidad en lo universal, es el grado a que se
remonta un pueblo cuando cumple un destino universal en la Historia. Por eso,
porque España cumplió sus destinos universales cuando estuvieron juntos todos
sus pueblos, porque España fue nación hacia fuera, que es como se es de veras
nación, cuando los almirantes vascos recorrían los mares del mundo en las naves
de Castilla, cuando los catalanes admirables conquistaban el Mediterráneo
unidos en naves de Aragón, porque nosotros entendemos eso así, queremos que
todos los pueblos de España sientan, no ya el patriotismo elemental con que nos
tira la tierra, sino el patriotismo de la misión, el patriotismo de lo trascendental,
el patriotismo de la gran España.
Yo aseguro al señor presidente,
yo aseguro a la Cámara, que creo que todos pensamos sólo en esa España grande
cuando la vitoreamos o cuando la echamos de menos en algunas conmemoraciones. Si
alguien hubiese gritado muera Cataluña, no sólo hubiera cometido una tremenda
incorrección, sino que hubiera cometido un crimen contra España, y no sería
digno de sentarse nunca entre españoles. Todos los que sienten a España dicen
viva Cataluña y vivan todas las tierras hermanas en esta admirable misión,
indestructible y gloriosa, que nos legaron varios siglos de esfuerzo con el nombre
de España. (Aplausos).
* En «Obras de José Antonio Primo de Rivera – Edición cronológica», Recopilación de Agustín del Río Cisneros. Delegación Nacional de la Sección Femenina de F.E.T. y de las J.O.N.S. – 1964, pp. 109-110.