«El Papado» - P. Leonardo Castellani (1899-1981)
En las vísperas del cónclave de Cardenales, vaya esta esperanzadora poesía...
que fundó un pescador en
Galilea!
Sin armas, a las armas
desafía,
y es débil e inmortal como
una idea.
A sus pies, las catervas,
a porfía
la asaltan con el hacha y
con la tea,
y ella de noche reza; y
luego el día
a enterrar sus émulos
emplea.
No hay otra tal en todas
las edades
que a tanto golpe y tal
furor se avece
con tanta fuerza pertinaz
e interna;
que contraste tan duras
tempestades
y tan gallardamente se
enderece,
tranquila, intacta, inconmovible, eterna.
* * *
Como aquellas pirámides triunfantes
clavadas como líbicos
peñones
ven pasar a sus plantas,
incesantes,
las oleadas de mil
generaciones.
Ramsés, Cleopatra,
Antonio, coruscantes
Cruzados, Saladino, los
Borbones,
Napoleón con sus tropas
fulgurantes
y Míster Roosevelt,
cazador de leones,
todo fue y ellas son… así
el Papado,
pirámide de luz de bases
dobles,
cuyo ápice se yergue hasta
la gloria
sobre Pedro, que es
Piedra, sustentado
ve desfilar ante sus pies
inmobles
la larga caravana de la
Historia…
Y cuando de este siglo
diamantino
queden ruinas no más, y
medios arcos,
y se hable de Venecia y de
San Marcos
como hoy de Menfis y del
Sesostrino.
Cuando el turista zelandés
o chino
venga a mirar curioso los
arcaicos
restos de Londres, o a
buscar mosaicos
del Louvre, en el desierto
parisino,
Aún habrá Vaticano,
todavía
en medio de otros pueblos
y otros nombres,
y sin sombra de ruina ni
desmedro,
levantará la mano dulce y
pía
bendiciendo a los hijos de los hombres
el sucesor milésimo de
Pedro.
* En «Castellani por Castellani», selección y notas del P. Carlos Biestro, Ediciones Jauja, Mendoza – Argentina – 1999, pág.160.
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