«De los Partidos Políticos» - José Antonio Primo de Rivera (1903-1936)

Hoy como ayer... la Argentina sumida en el «Gran Carnaval Electoral», con su desfile de comparsas de políticos enmascarados y disfrazados de hipocresía y falsedad; saltimbanquis volubles y oportunistas, travestidos ideológicos con espurias y artificiales promesas, con sus bailantas descontroladas al ritmo que imponen los poderosos intereses foráneos del poder internacional del dinero; cambalache que nos hunde cada día más en el sucio fango de la bojiganga partidocrática, y de la adoración y pleitesía al sufragio universal. Vayan, pues, estos luminosos postulados como bocanada de aire fresco entre tanta «atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa».

Para que el Estado no pueda nunca ser de un partido hay que acabar con los partidos políticos. 
Los partidos políticos se producen como resultado de una organización política falsa: el régimen parlamentario.

En el Parlamento, unos cuantos señores dicen representar a quienes los eligen. Pero la mayor parte de los electores no tienen nada común con los elegidos: ni son de las mismas familias, ni de los mismos municipios, ni del mismo gremio.

Unos pedacitos de papel depositados cada dos o tres años en unas urnas son la única razón entre el pueblo y los que dicen representarle.

✠ ✠ ✠

Para que funcione esa máquina electoral, cada dos o tres años hay que agitar la vida de los pueblos de  un modo febril.

Los candidatos vociferan, se injurian, prometen cosas imposibles.

Los bandos se exaltan, se increpan, se asesinan.

Los más feroces odios son azuzados en esos días. Nacen rencores que durarán acaso para siempre y harán imposible la vida en los pueblos.

Pero a los candidatos triunfantes, ¿qué les importan los pueblos? Ellos se van a la capital, a brillar, a salir en los periódicos y a gastar su tiempo en discutir cosas complicadas, que los pueblos no entienden.

✠ ✠ ✠

¿Para qué necesitan los pueblos de esos intermediarios políticos? ¿Por qué cada hombre, para intervenir en la vida de su nación, ha de afiliarse a un partido político o votar las candidaturas de un partido político?

Todos nacemos en UNA FAMILIA.

Todos vivimos en un MUNICIPIO.

Todos trabajamos en un OFICIO o PROFESION.

Pero nadie nace ni vive, naturalmente, en un partido político.

El partido político es una cosa ARTIFICIAL que nos une a gentes de otros municipios y de otros oficios con los que no tenemos nada de común, y nos separa de nuestros convecinos y de nuestros compañeros de trabajo, que es con quienes de veras convivimos.

Un Estado verdadero, como el que quiere Falange Española, no estará asentado sobre la falsedad de los partidos políticos ni sobre el Parlamento que ellos engendran.

Estará asentado sobre las auténticas realidades vitales:

La familia.

El Municipio.

El gremio o sindicato.

Así, el nuevo Estado habrá de reconocer la integridad de la familia, como unidad social; la autonomía del Municipio, como unidad territorial, y el sindicato, el gremio, la corporación, como bases auténticas de la organización total del Estado. 

* De los «Puntos Iniciales» de la Falange Española. Publicado en «FE», semanario de la Falange Española, Año I, n°1, el 7 de diciembre de 1933. En «Reproducción facsímil del Semanario de la Falange» - Editora Nacional - MCMXLIII.

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