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Mostrando las entradas de 2025

«Tres siglos de Cristiandad» (fragmento) - Daniel-Rops (Henri Petiot) (1901-1965)

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«Del mismo modo que la savia brota en la primavera por todas partes, todo pareció así germinar entonces en aquel suelo bautizado por Cristo, para extenderse luego en abundantes floraciones». Un fresco florentino En una de las paredes de la sala capitular del convento dominico de Santa María  Novella , de Florencia, hay un fresco ante el cual pasan de prisa la mayoría de los visitantes y que se presta, sin embargo, a una meditación inagotable. Lo llaman el fresco de los «Perros de Dios», a causa de unos mastines blanquinegros que vemos pelear contra una manada de lobos, en la parte inferior del cuadro; pero, en verdad, significa algo más que el combate que los  «Domini canes»  –los hijos de Santo Domingo–, mantienen contra el aterrador tropel de tentaciones, pecados y herejías que merodean constantemente, alrededor de la pobre Humanidad. Su autor, Andrea da Firenze, no fue un maestro de primer orden; su obra no puede compararse con los Duccio, los Ghirlandaio, los Orcagna ...

«En el final de la 2ª guerra mundial» - Revista Nuestro Tiempo (1944-1945)

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Ciertos países que resultaron vencedores, conmemoraron en estos días con grandes actos el 80° aniversario del fin de la 2ª Guerra Mundial. Ante ello, publicamos hoy, de modo conjunto, dos esclarecedores, proféticos y actualísimos artículos, escritos precisamente en aquel año 1945, recién finalizada la contienda. Ambos aparecen suscriptos con el mismo nombre de la prestigiosa Revista –fundada y dirigida por el P. Julio Meinvielle–, indicando así su contenido como propio del pensamiento editorial. El desenlace de la Guerra La Guerra ha terminado en Europa con el triunfo aplastante de las llamadas Democracias. Este es un hecho. Otro hecho es también, que Alemania que logró sus grandes victorias militares de los primeros años, gracias a un poderío material abrumador, fue vencida con un poderío, más abrumador aún, de las Democracias que hicieron tiempo para movilizar sus grandes e inigualables recursos. La célebre afirmación napoleónica de que el oro gana las guerras no fue desmentida...

«La República Liberal» - Víctor Eduardo Ordóñez (1932-2005)

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«...El Estado no es la Nación porque la Nación es más, pero la representa, la defiende, la prolonga y, de alguna manera, la encarna...». La República Liberal, tal como la conocemos y la padecemos, nació entre nosotros en la batalla de Caseros, es decir, con el triunfo de una facción sobre otra y sobre la Nación misma. Esto se ha dicho aquí, en estas páginas, y si lo recordamos ahora no es sólo porque cada tanto conviene recordar las claves ocultas de la historia y de la estructura del país sino porque ese dato adquiere una vigencia vital en estos días; sin él se corre el riesgo cierto de entender nada del presente. Y no en balde el liberalismo victorioso ocultó y deformó el pasado a sabiendas, ya que de esa manera conseguía disimular las tendencias y las fuerzas que ponía en marcha con su triunfo, es decir ocultar las claves del futuro ‒que es nuestro presente‒ al que forjaba a partir de ese momento. El hecho fundamental, esencial, básico, ineludible ‒casi decimos único‒...

«Preludio» - Ramiro de Maeztu (1874-1936)

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«...En nuestras almas de hombres habla la voz de nuestros padres, que nos llama al porvenir por que lucharon. Y aunque nos duele España, y nos ha de doler aún más en esta obra, todavía es mejor que nos duela ella que dolernos nosotros de no ponernos a hacer lo que debemos».   Esta introducción fue publicada el 15 de diciembre de 1931 como artículo-programa de la revista «Acción Española». Un jurado benévolo la escogió para el premio «Luca de Tena» de aquel año. Al recogerla con el asenso de la revista donde vieron la luz primera los más de los trabajos de este libro, la he llamado «Preludio», porque esta palabra no significa meramente lo que da principio a una cosa, sino que sugiere también, por su uso musical, que se trata de un comienzo especialísimo, en el que se anuncian los temas que van a desarrollarse en el curso de la obra. España es una encina media sofocada por la yedra. La yedra es tan frondosa, y se ve la encina tan arrugada y encogida, que a ratos parece que el ser d...

«El significado de la canonización de Pío X» - P. Julio Meinvielle (1905-1973)

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 21 de agosto: festividad de San Pío X. «No, la civilización no está por inventarse ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad:  omnia instaurare in Christo » A los cuarenta años de su muerte, Pío X acaba de ser canonizado. Todavía están presentes en el escenario del mundo muchos que fueran testigos del fuego ardiente de su fe y de su caridad. Pío X fue un santo. Y el secreto de su santidad fue la Fe. «Nada había más natural a sus ojos que lo sobrenatural. Creía como respiraba, porque de tal suerte, Dios le era sensible. El mundo de la Fe le era familiar, y se movía en él con comodidad, mientras que el mundo, así solo, donde iba a vivir y actuar, debía permanecerle extraño, o al menos le parecía tal, porque...

«Clarividencia política de San Martín» - Alberto Ezcurra Medrano (1909-1982)

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«El liberalismo hubiese preferido que San Martín ocultara sus opiniones políticas, para así crear la leyenda de un libertador demócrata y liberal...» Si nadie discute el genio militar de San Martín, no ocurre lo mismo con su genio político. Paul Groussac, historiador cuyos méritos no impiden que sus juicios sean a veces apasionados e inexactos, ha escrito lo siguiente: «Nadie conoce íntimamente a San Martín; sólo nos es familiar su actitud ecuestre: la marcial figura del guerrero eternamente montado y en su arreo de batalla. Faltaría apearle para inducir o conjeturar lo que la inteligencia y el carácter del gobernante hubieran dado de sí, una vez trasladado el libertador de Chile y protector del Perú a la Fortaleza de Buenos Aires que apenas había visto. Pero podemos inferir con certidumbre casi absoluta que las exigencias del mando político habrían sido superiores a sus aptitudes de político. Su renuncia fue una confesión de impotencia, y el que se mostró incapaz de mantener el orden ...