«Intelectual combatiente» - Carlos Alberto Sacheri (1933-1974)

Mañana, 2 de agosto, se cumplen los 50 años de la muerte del P. Julio Meinvielle. Con una publicación anterior habíamos adelantado nuestro sencillo homenaje (ver aquí). Ofrecemos ahora a nuestros lectores, las palabras de uno de sus discípulos más dilectos, escritas precisamente con ocasión de su muerte.

Trazar en breves palabras el perfil intelectual del Padre Meinvielle es una empresa sumamente ardua. Aún para sus discípulos más íntimos resulta difícil aquilatar la proyección real de su obra intelectual en la Iglesia y en la Patria. Sólo el transcurso del tiempo podrá darnos su dimensión definitiva, pues la vocación del Padre Julio se ha canalizado a través de iniciativas, trabajos y testimonios tan diversos que escapan a cualquier tentativa de encasillamiento cómodo.

Su vocación intelectual: el filósofo cristiano
Si tuviéramos que definir con una única expresión la vocación intelectual del Padre, creo que la más adecuada es la del «filósofo cristiano». Tuvo en grado excepcional la «pasión por la Verdad» y subordinó toda su vida de intelectual católico y de sacerdote de Cristo a la profundización y a la difusión de la Verdad, en todos los ambientes y sobre todos los aspectos, consciente como pocos del lema agustiniano «la mayor Caridad es la Verdad».

Meinvielle realizó en plenitud la vocación del «Doctor», tal como la define su gran maestro Santo Tomás de Aquino: aquel que reúne a la vez las cualidades propias del contemplativo con las de la vida activa. Muy pocas veces es dable constatar el equilibrio, la facilidad y eficiencia con que el Padre acometía las más variadas iniciativas intelectuales y prudenciales. Resulta casi inexplicable que una misma persona fundara la Juventud Obrera Católica, la Unión Scouts Católicos Argentinos, la parroquia Nuestra Señora de la Salud, el Ateneo Popular Versailles, y al mismo tiempo redactara una docena de libros de valor, todo ello en poco más de una década. A lo cual se sumaron los cursos y conferencias dictadas en el marco de los célebres Cursos de Cultura Católica y del Colegio Universitario, los innumerables artículos aparecidos en las más variadas publicaciones, amén de la dirección de las revistas fundadas por el Padre: Nuestro Tiempo, Balcón, Presencia y Diálogo. Recién entonces podemos vislumbrar su valor intelectual y el empuje de su espíritu renovador. Admirable síntesis, pocas veces realizada tanto dentro como fuera de nuestro país.

Su vasta obra escrita constituye, sin lugar a dudas, la contribución más significativa de toda la elaboración teológica argentina e hispanoamericana. A lo largo de casi cuarenta años de actividad perseverante, J. Meinvielle ha publicado más de veinte libros. Los temas abordados pueden reunirse en torno a dos ejes principales: el uno, constituido por la filosofía social y económica, y el otro, de índole teológica, centrado en la teología de la historia y de la cultura. Al primer campo corresponden obras como «Concepción Católica de la Política», «Concepción Católica de la Economía», «Conceptos fundamentales de Economía» y «El Poder Destructivo de la Dialéctica Comunista», entre otros. A la filosofía y teología de la historia y de la cultura corresponden su «De Lamennais a Maritain», «Crítica a la concepción de Maritain sobre la persona humana», «El comunismo en la revolución anticristiana», «Teilhard de Chardin o la religión de la evolución», su admirable síntesis «La Iglesia y el mundo moderno» y «De la Cábala al Progresismo» y su inédito sobre Karla Rahner, que editaremos a la brevedad.

Esta labor, excepcionalmente valiosa y fecunda, tuvo por base una gran disciplina de vida, que no se vio alterada ni por las conversaciones políticas, ni por las tertulias a las que era dado, ni por las urgencias derivadas de sus actividades pastorales. Esa disciplina no fue sino el reflejo de su orden interior, intelectual y espiritual. El Padre Meinvielle abordaba todos los temas con un gran rigor y una gran apertura mental, consultaba todas las fuentes y la bibliografía nacional e internacional sobre el autor o el problema a estudiar. De ahí no sólo la seguridad de sus juicios doctrinales y la rotundez de sus argumentaciones, sino también su capacidad de anticipar los desarrollos futuros de tantas confusiones incipientes.

El Meinvielle polemista
Apasionado por la Verdad, Meinvielle combatió los errores modernos con todas las fuerzas de su temperamento vigoroso. Sólo el empecinamiento en el error le hacía perder la paciencia en las discusiones. Por eso una de las facetas más difundidas y menos comprendidas de su personalidad ha sido el carácter polémico de buena parte de sus escritos. La mentalidad contemporánea rehúye los planteos claros donde la Verdad resplandece, lógica herencia de nuestro pasado liberal. Son muchos los que hoy «no soportan la buena doctrina de la salvación», según la expresión de San Pablo.

Consciente el Padre Julio de la urgente restauración intelectual y moral, indispensable fundamento de todo orden social más humano y justo, militó en todos los frentes. «Sapientia est judicare», enseña Santo Tomás. Meinvielle juzgó con gran penetración los errores modernos cuando éstos apenas comenzaban a ser formulados. No fue otro su motivo para enjuiciar el naturalismo neoliberal de un Jacques Maritain, a quien el Padre admiraba en otros aspectos. Así también enjuició severamente la gnosis panteísta de Teilhard de Chardin, las confabulaciones de un judaísmo carnalizado y cabalístico, las vanas utopías sobre la propiedad colectiva, el nacionalismo marxista, el socialismo de los tercermundistas y tantos errores más del neomodernismo progresista de Robinson, Rahner, etc.

Teólogo de la Cristiandad
Sin entrar en detalles sobre su elaboración doctrinal en las perspectivas antes señaladas, cabría reducir toda su enseñanza a una tesis central: la Cristiandad. Sin lugar a dudas, Meinvielle ha sido el mayor teólogo de la Cristiandad en lo que va del siglo XX. Era plenamente consciente de que, sin un orden de convivencia respetuoso del derecho natural y cristiano, la difusión del Evangelio se halla gravemente comprometida. Por eso elaboró una teología de la historia y de la cultura sobre el eje doctrinal del Reinado Social de Nuestro Señor.

Siempre generoso con los jóvenes, su ejemplo y su enseñanza trascendían todo ribete personal. Él nunca quiso discípulos «meinviellianos», con espíritu sectario e imitativo. Sólo quiso discípulos de la Iglesia y Santo Tomás, signo del auténtico maestro. Sepamos los más jóvenes conservar el fuego sagrado que no ha dado en herencia.

* En «Revista Cabildo», Año I, n°5, Buenos Aires, 6 de septiembre de 1973.
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Con anterioridad hemos publicado en este blog diversos artículos del P. Meinvielle. El lector que lo desee puede encontrarlos con el buscador  de la parte superior de la página.

Y para quienes quieran conocer más sobre su figura y su obra, aconsejamos el sitio https://www.juliomeinvielle.org/ a cargo del P. Dr. Arturo Ruiz, IVE. En él encontrarán notas biográficas, comentarios sobre su pensamiento y los links para descargar gratuitamente gran parte de sus escritos.
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Quien quiera descargar y guardar el texto precedente en PDF, y ya listo para imprimir, puede hacerlo AQUÍ.

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