«Los nuevos paradigmas religiosos» - P. Juan Claudio Sanahuja (1947-2016)
He aquí un fragmento de un pequeño gran libro: «Poder global y religión universal», cuya lectura completa recomendamos vivamente para comprender bien lo que sucede en estos tiempos que nos apremian...
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El ecologismoPara concretar el proyecto de
poder global con un pensamiento único,
cambiando la cultura y la religión de los pueblos, colonizando las conciencias
para conseguir dóciles ciudadanos del nuevo orden mundial, en 1991, la UNESCO
trabajaba en dos proyectos: el de una ética
universal de valores relativos, que trataremos más adelante, y el de una ética universal de vida sostenible.
La ética universal de vida sostenible parte de un dogma inapelable «Se debe recordar la indiscutible verdad de que
los recursos disponibles y el espacio de la tierra son limitados»[1],
dice el documento que deja claramente asentado que «el progreso industrial de
los países desarrollados no se extenderá a los países del Tercer Mundo», y
agrega que la única causa de deterioro ambiental en esos países es el factor
demográfico, y es intolerable que «los pobres, que serán la mayoría en el
futuro, dañen los ecosistemas del mundo por tratar de desarrollarse a cualquier
precio»[2].
En estos papeles de trabajo, la
nueva ética aparece casi como un paradigma mesiánico: «llamado a vivir una
nueva ética que tendrá que iluminar las interrelaciones complejas entre los
factores económico, del ambiente y la población». Sus preceptos deberán guiar,
dicen, la toma de decisiones de los gobiernos, ya que éstas «no deberán ser
consideradas como medidas sobre asuntos nacionales, sino sobre asuntos de interés
internacional. Porque, por ejemplo, el alto crecimiento demográfico de un país
pobre crea necesariamente un flujo migratoria hacia países con mejor nivel de
desarrollo, que no tienen capacidad de acoger a nuevos inmigrantes.
La pretensión de la UNESCO, es que
su nueva ética universal de vida
sostenible debe informar las leyes nacionales de todos los países y las
conciencias de sus ciudadanos, reiterando que la «responsabilidad ética, afecta
no sólo a los países sino también a los individuos». Por ejemplo, como «la
decisión de tener una familia grande o pequeña tiene consecuencias en toda la
sociedad nacional e internacional, es imperativo moral de los estados, fomentar
la familia pequeña».
Por momentos, la insistencia en
que la maternidad es un problema político se vuelve agobiante, en éste y en otros
proyectos. La ética universal hace
imprescindible la sustitución por sus nuevos
principios de toda otra convicción moral que informe la vida de las
personas, de las familias y de las sociedades.
La UNESCO fue coautora meses
después de los Principios para vivir de
modo sostenible[3].
Según éstos, es necesaria la elaboración de un nuevo código ético universal que
deberá construirse y evolucionar a través del diálogo y el consenso con autoridades religiosas, pensadores,
dirigentes civiles y grupos de ciudadanos; deberá informar las leyes nacionales
de todos los países; y deberá ser incorporada por todos los individuos en sus
códigos de comportamiento personal y social.
Sólo a título de ejemplo, una de
las bases de estos Principios es que «se
debe lograr el equilibrio entre la capacidad de carga de la Tierra, el volumen
de la población y los estilos de vida de cada individuo». A través del cambio
en los estilos de vida de las personas esta nueva ética dará la solución –dicen–
al problema de crecimiento demográfico y del consumo de recursos naturales de
la tierra, por ejemplo, teniendo en cuenta que determinar el tamaño de la
familia es un asunto de interés mundial[4]:
«para poder adoptar esta ética de vida sostenible, los individuos deben
reconsiderar sus valores y modificar sus comportamientos. La sociedad debe
promover los valores que estén en consonancia con la ética de vida sostenible,
y desalentar aquellos que sean incompatibles con ella»[5].
Luego la maternidad y la paternidad de este modo, dejan de ser decisiones
personales para convertirse en un tema político.
«Todos los países deben disponer
de sistemas completos de derecho ambiental que salvaguarden los derechos
humanos, los intereses de las generaciones futuras y la productividad y diversidad
de la Tierra. Los principios de una sociedad sostenible deben incorporarse en
la Constitución o en otro instrumento jurídico fundamental para el gobierno y
la política de la nación»[6].
Como todas las naciones se verán afectadas si no se alcanza la sustentabilidad
mundial que asegura el futuro de la humanidad, cada estado deberá imponer esta
«ética del cuidado» y velar para que la adopten los individuos que viven dentro
de sus fronteras[7].
Nada tiene que ver la legítima
preocupación por el medioambiente, que es parte de la doctrina católica –expresada,
entre otros muchos documentos, en las encíclicas Sollicitudo rei socialis[8] y
Centesimus annus[9]
–con el paradigma ecologista de una nueva ética o religión universal, en el que
se entrelazan el relativismo moral, el sincretismo religioso y el panteísmo.
El disfraz espiritualista del
ecologismo permite que aquello que para algunos puede parecer un ámbito de
diálogo interreligioso, responda en realidad al intento de imponer un dogma de la nueva religión sincrética universal. Con el afán de encontrar
puntos de interés común se llega a una mezcla en la que se pierde la propia
identidad de las religiones.
Por ejemplo, para celebrar el Día de la Tierra, aparecían en 2007 las
siguientes alianzas o coaliciones
religiosas: Intefaith Power and Light (IPL); Coalition on the Environment and Jewish Life (COEJL); Action Alerts; Jewish Vegetarians of North
America (JVNA); National Council of
Churches of Christ; National
Religious Partnership for the Environment (NRPE, este grupo incluye a una
oficina de la Conferencia Episcopal Norteamericana, al Consejo Nacional de Iglesias de USA, a la Coalition on the Environment and Jewish Life, y a la Evangelical Environmental Network).
También celebran ese día la Interfaith
Climate Chage Network, compuesta por Earth
Day and Global Climate Chage Links for Communities of Faith; CCC Interfaith
Call to Action; Interfaith Works (IW); Evangelical
Environment Network;Unitrian Universalist Ministry for the Earth; otra
oficina dedicada atemas de medioambiente de la United States Conference of Catholic Bishops (USCCB; Buddhist Peace Fellowship (BPF); Quaker Eartcare Witness; Indigenous
Environmental Network[10].
La transformación del Día de la Tierra en Día Internacional de la Madre Tierra esperamos que provoque
definiciones claras, que lleven al abandono de estas redes por parte de las organizaciones
cristianas, especialmente las católicas[11].
Más adelante nos referiremos a este cambio de conmemoración decidido por las Naciones
Unidas el 22 de abril de 2009, a instancias del Presidente de Bolivia Evo
Morales, y ampliamente justificado en la Asamblea General por Leonardo Boff.
En cuanto a la preocupación de
los países centrales por la naturaleza, ésta es una fachada que disimula su
propósito de preservar grandes reservas naturales para alimentar sus opulentos
patrones de consumo. Contenidos en la aparente emergencia del cambio climático
subyacen dos imperativos: esterilizar a los pobres e impedir su desarrollo
económico. Volvemos a recordar a Juan Pablo II cuando nos dijo: «La carrera desenfrenada
al acaparamiento y a la explotación de los bienes de la tierra por parte de
unos pocos privilegiados sienta las bases para otra forma de guerra fría entre
el Norte y el Sur»[12].
Valga el ejemplo del Calentamiento Global. En diciembre de
2008 se conoció el segundo Reporte
Minoritario del Senado de Estados Unidos sobre el Calentamiento Global
Originado por el Hombre (11-12-08), en el que 650 científicos rebaten las
tesis del Grupo Intergubernamental de
Expertos cobre el Cambio Climático (IPCC) y del ex-vicepresidente Al Gore,
apoyadas por sólo 52 autores al servicio de la ONU, aquéllos que forman el
grupo de Diseñadores de la Política para
el medioambiente. Al Gore desde principios de los años 90, propuso un
férreo control de natalidad global, con la excusa de preservar los recursos del
planeta[13].
El modo en que está planteado el
tema del calentamiento global es una excusa para limitar la población mundial y
exigir a los países pobres en vías de desarrollo implementar recaudos
costosísimos para impedir la contaminación ambiental. Vale decir, condenarlos
al subdesarrollo.
Por eso, Václav Klaus,
Presidente de la República Checa, declaró: «Combato este nuevo alarmismo sobre
el calentamiento global que se ha convertido en una ideología y en un intento
de reprimir la libertad individual y el desarrollo de la prosperidad en el
mundo», denunciando que a los países en desarrollo se les fuerza a vivir de la
manera que desean los redentores del
planeta, quienes además los obligan a adoptar una economía verde costosísima, con lo que los pobres no saldrán nunca
de la pobreza. Continuaba Klaus diciendo: «Las víctimas de Al Gore y su
histeria global serán los países más pobres, forzados por los ricos que sí
pueden tolerar los costos de esta política, por ejemplo las medidas propuestas
en el Protocolo de Kyoto».
El presidente checo denunció también
el adoctrinamiento al que el ecologismo pretende someter a todos desde la
infancia, comparándolo con el nazismo o el comunismo[14].
Téngase en cuenta, por ejemplo,
que la organización inglesa Optimum
Population Trust, en vistas a la Conferencia de Copenhagen sobre Cambio
Climático (diciembre 2009), para reducir las emanaciones de carbono propuso
universalizar el control compulsivo de la población diciendo por ejemplo: «Cada
7 dólares invertidos en anticonceptivos se evita la emisión de una tonelada de
CO2», afirman[15].
Se confirma así la consideración de las personas humanas, en particular los pobres, como los mayores depredadores
del planeta.
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* En «Poder Global y religión universal», Ed. Vórtice – Buenos Aires, 2010, pp.38-43.
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