El Nacimiento del Hijo de Dios
P. LEONARDO CASTELLANI (1899 -1981)
Con la presente publicación «Decíamos
ayer...» desea para sus lectores una muy feliz y santa Navidad.
Tampoco sabían
lo que había de pasar después: la aparición de los Ángeles sobre el portal, la
veneración de los Pastores, la adoración de los Magos, la persecución de Herodes,
la huida a Egipto. Vivían tranquilamente puestos en manos de la Providencia; y
san José, como jefe de la familia, se había vuelto el depositario de los
anuncios angélicos. «Y un ángel apareció
a José en sueños» –dice tres veces el Evangelio de Mateo; pero no eran
sueños comunes, eran visiones de Dios. Dios puede comunicar cosas en sueños,
también el demonio; pero eso es raro; la mayoría de los sueños son cosas
naturales, que no significan nada importante, o bien no se pueden descifrar.
Esa «interpretación de los sueños», con que hoy día pretenden incluso curar las
neurosis, es superstición. El mundo pulula hoy día de curanderos llamados
«sicoanalistas», intérpretes de sueños, la mayoría de los cuales son charlatanes,
y algunos verdaderos bandidos.
Un Ángel
reveló a san José el misterio de la Encarnación: eso es cosa que no se puede saber
sino por revelación de Dios; no decimos «comprender» decimos puramente «saber».
Esa es la explicación de «la duda de san José».
La duda de san
José fue una gran oscuridad y aflicción que permitió o quiso Dios en el Santo
Patriarca; hasta el mismo Dios por medio de una visión angélica le reveló el
misterio de la Encarnación de su Hijo, el Hombrediós. Después viajó a Belén a
empadronarse con su esposa encinta. La tradición quiere que la Virgen viajase,
esas dos o tres horas de camino, a grupas de una mula, y José llevase un buey
del ronzal para pagar el tributo; y recuerda aquí aquel versículo de Isaías que
dice: «Recordará la mula a su amo y el
buey reconocerá el pesebre de su señor; ¿y tú Israel no conoces a tu Dios?».
El relato del
misterio es conocido: «no hallaron lugar
en el mesón» porque eran pobres y porque la ciudad de David estaba atestada
de viajeros. Se refugiaron en una caravanera o en una gruta; san Lucas sólo
dice que María reclinó a su recién nacido «en un pesebre», ella misma, sin
ayuda ajena; que un Ángel apareció esa noche a unos pastores anunciándoles
había nacido el Mesías «un grande gozo
para todos»; que los pastores bajaron con prisa a adorarlo; que se
certificaron hablando con los dos esposos de lo que les había dicho el Ángel;
que alabaron a Dios y contaron el suceso a otros; y que María conservaba todas
estas cosas contemplándolas en su corazón; de quien san Lucas sin duda las supo
después, el único que las consigna en su Evangelio.
A los 8 días
circuncidaron al Niño; y a los 40 días lo presentó María en el Templo, conforme
a la Ley de Moisés.
La llegada de
los Magos de oriente tuvo lugar después desos 40 días, aunque nosotros la
recordamos el 6 de enero, 12 días después de Navidad; y tuvo lugar en Belén, lo
cual muestra que allí permanecieron María y José; y no regresaron a Nazareth sino
después de la permanencia en Egipto. No sabemos cuánto tiempo permanecieron en
Belén, algunos Santos Padres dicen dos
años guiándose por la bárbara orden de Herodes de matar a los menores de
dos años; ni sabemos cuánto permanecieron en Egipto; sino que fue bastante
tiempo, pues murió Herodes el Grande entretanto y reinaban en Judea sus dos
hijos, Arquelao en Judea y Herodes Antipas en Galilea; que eran de tal padre
dignos hijos. De modo que temió san José volver a Belén y fue «avisado en sueños» volviese de nuevo a
Nazareth.
Allí vivió
Cristo hasta los treinta años «y estaba
sujeto a ellos».
La explicación
del enigmático pasaje de la duda de san José, que nos narra san Mateo en su
evangelio es esta:
San José cayó
en una gran perplejidad al ver que su prometida o comprometida «estaba con
niño» como dicen los ingleses, y ciertamente no podía ser hijo de él; así que
dice san Mateo «pensó en abandonarla sin
decir nada»; y no denunciarla, porque las mujeres adúlteras en la ley de
Moisés tenían pena de muerte. ¿Cómo se puede entender esto? Que san José haya creído que su desposada era adúltera, parece imposible: él conocía muy bien a
la Virgen, y eso no le podía ni pasar por la cabeza. Así que algunos Santos
Padres, como san Cirilo de Jerusalén, hicieron otra hipótesis: que san José se
dio cuenta que María Santísima era la Virgen profetizada por Isaías en el
capítulo 7°, la madre del Mesías; y que él se consideró indigno de ser el
marido desa gran Santa. Esta explicación concuerda más con la gloria de san
José y de la Virgen pero es imposible también porque no cuadra con el texto del
Evangelista.
Lo único
posible son las dos cosas juntas: san José simplemente NO SABÍA QUÉ PENSAR. Cayó
en lo que llaman los Santos «la noche oscura»; que es una prueba terrible que
Dios manda a algunas personas, muy pocas, a las cuales quiere darles la «unión
mística»; lo que santa Teresa (que la tuvo) llama la Séptima Morada. La unión mística
es un milagro tremendo, pues es una especia de anticipación del cielo por un
brevísimo tiempo; no hay más que seis o siete santos de los cuales conste
cierto que han tenido ese último grado de la unión con Dios (todos tenemos el
primero, que es la gracia de Dios; «Speriamo»
como dijo el italiano): algunos poquísimo santos a quienes Dios les da un breve
anticipo del cielo porque quiere darles una grande y difícil misión sobre la
tierra. Pero antes del anticipo del cielo, tienen que pasar un anticipo del
Purgatorio; y eso es la «noche oscura»; la cual es doble; la noche oscura del
sentido y la noche oscura del espíritu, como las llama san Juan de la Cruz, el
cual las pasó, y escribió sobre ellas un libro. Nosotros las pasamos después de
muertos («Speriamo», dijo el
italiano) y eso es lo que llamamos el Purgatorio.
Ahora bien,
los Santos dicen que san José fue elevado a la última unión con Dios en el
Nacimiento del Hijo de Dios, lo cual es de creer; porque si san Pablo, y santa
Catalina de Siena y santa Teresa y san Juan de la Cruz llegaron a eso, tuvo
que llegar con más razón san José; y por tanto que su noche oscura, breve pero
más terrible que la muerte, fue esta perplejidad y oscuridad en que cayó
respecto de su Esposa. La Virgen Santísima fue elevada a la visión de Dios
antes, en el momento de la Anunciación del Ángel, según se cree. Ella no
necesitaba «noche oscura», pues no tenía mancha ni sombra de mancha alguna. ¿Y
por qué la Virgen María no le dijo simplemente a san José lo que pasaba? Porque
no podía; porque el misterio de la Encarnación puede ser revelado por Dios
solamente, como dijimos antes; y por eso Dios mandó al Ángel que se lo reveló a
san José en una visión.
Quiere decir
que el Niño Dios comenzó a hacer grandes dones a todo el que se ponía a tiro: a
la Virgen, a Juan Bautista, a san José, a los pastores, a los magos, a los
Rabinos de Jerusalén y hasta al Rey Herodes lo hubiera salvado si hubiese venido
a adorarlo, como prometió a los Magos el gran hipocritón.
El relato del
nacimiento de Cristo no necesitamos hacer, por ser conocidísimo; no hay suceso
del mundo que haya sido más tratado que este por la pintura, la literatura y la
predicación. El pueblo cristiano lo ha celebrado y celebrará de todas las
maneras posibles con una alegría ingenua y ruidos, con villancicos, panderetas
y castañuelas; diferente de la otra alegría de la Pascua, que es una alegría
seria: porque la resurrección connota la muerte, pero el nacimiento es el
comienzo de la vida.
Dulce Belén
Dulce Belén
Casa de pan
Trigo vengo a buscar
Dáme, María, tu niño a besar
Toquen mis labios el Pan celestial
Oh, qué rico me vuelvo
Deste tan pobre portal
Este es un
villancico que se canta con la música del villancico austríaco «Stille Nacht-Héiligue Nacht». Y estotro
es otro villancico portugués, que tradujimos hace años:
Blanca estáis y colorada
Virgen sagrada
En Belén villa de amor,
del rosal nació una flor,
Virgen Sagrada
En Belén, villa real.
flor de nieve da un rosal,
Virgen Sagrada
Del rosal nació una flor,
Jesús nuestro Redentor
Virgen Sagrada
Flor de nieve da un rosal
Dios y hombre natural
Virgen Sagrada
Blanca y rosa estáis, Señora,
Noche buena por ahora,
Virgen Sagrada
Pero hoy no importa nada.
Tiempo habrá para la pena.
¡Nochebuena, nochebuena!
¡Virgen Sagrada!
* En «El Rosal de Nuestra Señora» Ed.
Epheta – Buenos Aires, 1979; págs. 23-30.