Vuelo nocturno (fragmento)
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY (1900-1944)

I L as colinas, bajo el avión, cavaban ya su surco de sombra en el oro del atardecer. Las llanuras tornábanse luminosas, pero de una luz inagotable: en este país no cesaban de exhalar su oro, como, terminado el invierno, no cesaban de entregar su nieve. Y el piloto Fabien que, del extremo Sur, conducía a Buenos Aires el correo de Patagonia, conocía la proximidad de la noche por las mismas señales que las aguas de un puerto: por ese sosiego, por esas ligeras arrugas que dibujaban apenas los tranquilos celajes. Penetraba en una rada, inmensa y feliz. También hubiera podido creer que, en aquella quietud, se paseaba lentamente casi cual un pastor. Los pastores de Patagonia andan, sin apresurarse, de uno a otro rebaño; él andaba de una a otra ciudad, era el pastor de los villorrios. Cada dos horas, encontraba algunos de ellos que se acercaban a beber en el ribazo de un río o que pacían en la llanura. A veces, después de cien kilómetros de estepas más deshabitadas que el m...