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Mostrando las entradas de junio, 2022

«Palabras de despedida» - Enrique Díaz Araujo (1934 – 2021)

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Hoy, 28 de junio, se cumplen 40 años de la muerte de Francisco Ruiz Sánchez, intelectual católico, gran pedagogo y ejemplar padre de familia. En su memoria reproducimos aquí estas palabras -que bien lo pintan- y que le dedicó su amigo, Enrique Díaz Araujo. En nombre de los amigos personales, y a pedido de su esposa e hijos, vengo a despedir a Francisco, en éste, el último acto de su ciclo vital. Vital, sí, como acentuada y expansivamente fue su paso por esta tierra. Joven aún, muere el amigo, pero con una larga cuenta a su favor, puesto que en esos breves años se ocupó de desarrollar al máximo el aliento existencial que Dios le insufló al nacer. Nadie dirá de él, pues, que su tiempo transcurrió anodina o retaceadamente, como el del que se guarda las reservas para vaya a saber cuándo. No. Francisco se dio todo por el todo, absoluta y generosamente en cada una de las tareas que el libre albedrío, otorgado por Dios, permite desplegar a una persona en su ciclo temporal. Quien te viera

«La misión del carlismo» (fragmento) - Juan Vázquez de Mella (1861-1928)

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[...] Pues bien, señores diputados, y lo digo con toda sinceridad, dirigiéndome a todos vosotros, que, por ser españoles, seguramente tenéis en el fondo de vuestra alma aquel culto hidalgo que siempre se ha rendido en esta tierra a la lealtad y a la consecuencia; podréis decir de nosotros todo lo que queráis, podréis decir que los que a esta Comunión pertenecemos somos absolutistas, somos la rémora del progreso, de la civilización y de la cultura, y todas las vulgaridades inventadas para motejarnos; pero hay una cosa que no se atreverá a decir nadie, y es que alguno de nosotros haya faltado a la lealtad y a la consecuencia jamás. Y cuando aquí se discute todo, cuando aquí se discute la consecuencia de un ministro y la consecuencia de un ministerio, y cuando a propósito de este punto se habla de la sustancialidad y accidentalidad de las formas de Gobierno, no hay nadie tan osado que se atreva a lanzar la nota de inconsecuencia a esta Comunión carlista. Vosotros, los que desde todos

«Estudio preliminar» - Francisco Seeber (1919-1989)

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Cuando se me pidió que prologara esta nueva edición de L A INQUIETUD DE ESTA HORA de Carlos Ibarguren, me sentí honrado y complacido, pero también algo abrumado por la responsabilidad que importa comentar un texto a tal punto honrado, luminoso y trascendental. Son tan amplios y profundos los temas que trata, y los tenemos tan metidos en el alma, constantemente presentes, que se nos aparece casi imposible sintetizar cuanto tendríamos que decir sobre ellos y sobre el autor. Necesariamente, pues, debemos elegir entre las muchas maneras de encarar el comentario, temiendo no acertar con la mejor, como el caso lo exige y lo merece. Es ocioso decir, como se suele cuando de reediciones se trata, que este libro es actual, aunque desde luego lo sea. Cuando se cala hondo en la política, podrá uno acertar o equivocarse,   o ambas cosas a la vez, pero a pesar del transcurso del tiempo, lo bueno que se diga seguirá siendo bueno y lo malo, malo, ya que los principios esenciales sobre los que se es

«Cuando la O.N.U. se llamaba Cristiandad» - Daniel-Rops (Henri Petiot) (1901-1965)

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En este año 1953, en que todo el mundo cristiano festeja a san Bernardo en el ochocientos aniversario de su muerte, la gloria que rodea su memoria nos trae al espíritu una pregunta: ¿Cómo y por qué, a fin de cuentas, aquel monje desarmado, sin otro poder de acción que el de su palabra intrépida, fue elegido árbitro de Europa y aceptado como tal por todos? ¿Cómo se explica la autoridad de aquel «hombre de Estado» que no tenía tras él ni Estado, ni ejército, ni diplomacia? La respuesta es sencilla, pero nos adentra al mismo tiempo hacia el corazón de la realidad misma del mundo medieval y el drama esencial del mundo de nuestros tiempos. Si la humanidad del siglo XII aceptó someterse a las reglas y juicios que le proponía aquel hombre, no fue sólo porque admirara sus méritos excepcionales, que ya hemos visto, sino porque veneraba en él a un santo. ¿Y por qué lo veneraba? Porque veía en él a un testigo de Dios sobre la tierra, y la fe que llevaba en su alma le obligaba a admitir su aut

«Crisis política del mundo y la segunda guerra universal» - Carlos Ibarguren (1877-1956)

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He aquí una interesantísima y esclarecedora síntesis de la historia Europea de la primera mitad del sigo XX... Al terminar la primera guerra mundial, escribí el año 1919 en uno de mis libros, La literatura y la gran guerra , algunas reflexiones que creo pertinente recordar: «El cataclismo que se ha desatado sobre los hombres destruirá, para transformar, muchos de los actuales valores. El siglo de la burguesía desarrollada bajo la bandera de la democracia individualista, el de los financieros, el del capitalismo y el de los liberales, se hunde en medio de la catástrofe». Quince años después, en otro libro mío ya citado, La inquietud de esta hora , anoté: «El individualismo predominante en el siglo XIX desaparece y tiende a ser reemplazado por la socialización; la persona por la masa, la célula social por el grupo coordinado, la acción aislada por la colectiva, el interés de cada uno por el del conjunto solidario en el terreno político y económico. Empieza la hora de las masas organiza