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Mostrando las entradas de mayo, 2019

La desolación de Lugones
P. LEONARDO CASTELLANI (1899 -1981)

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     Tres años han pasado desde que el más grande poeta nacido en las tierras del Plata puso fin a su vida con mano violenta [1] ; y después de haber testimoniado acerca de la enfermedad de la Patria en sus obras LA HORA DE LA ESPADA y LA MISIÓN DEL ESCRITOR selló por desgracia su testimonio con un acto de desesperación infinitamente deplorable. Tres años, y la nación ha olvidado a Lugones. Tres años, y los «intelectuales», que armaron tan grande batifondo y cotorreo de bandar-log cuando sonó aquel trueno, están ya enteramente entregados a sus pequeños comercios y jueguitos vanos. Tres años, y la publicación oficial de las obras completas del gran artista duermen en proyecto en el seno de nuestro parlamento ridículo. De esto hemos de alegrarnos. Los politiqueros que hoy mangonean los destinos de la Patria no merecen a Lugones, ya que se puede decir que en cierto modo fueron sus asesinos.      Es mejor que no se reediten las obras de Lugones hasta que vengan tiempos y hombres ca

Lealtad y defensa propia
FEDERICO IBARGUREN (1907-2000)

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 ... Pues bien: ¿qué causas profundas movieron los acontecimientos ocurridos en Buenos Aires en mayo de 1810?      Vinculados a España, nuestros patriotas –como natural reacción a la decadencia borbónica, pero leales al viejo espíritu de familia común– abrigaban, es cierto, ocultos propósitos de reforma institucional . ¿Eran legítimas sus aspiraciones a esta especie mínima de «independencia» en las leyes? En otras palabras: ¿fueron aquellas miras auténticas, o, por el contrario, artificialmente fomentadas por potencias extrajeras en tren de repartirse los maltrechos dominios de Carlos V en el nuevo mundo?      Voy a leerles a continuación el testimonio indubitable de dos protagonistas de los referidos sucesos: Cornelio Saavedra y Tomás Manuel de Anchorena respectivamente. A través de sus propias palabras podrán ustedes darse cuenta del verdadero sentido que originariamente tuvo el movimiento porteño de 1810, tan tergiversado –y no siempre de buena fe– en los relatos de nuestra d

Idea del intelectual católico
NIMIO DE ANQUÍN (1896-1979)

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No hay nada tan contradictorio de la idea cristiana de sabiduría como el intelectual puro, personaje estéril, engendrado por el arte o la ciencia sin caridad, es decir, sin amor. Todo lo que no coopera a la realización del reino de Dios, es inútil y vano; y el Reino de Dios consiste en el señorío de la caridad, pues Dios es caridad. El problema último de la humanidad es la transfiguración de sí misma por el amor; su acercamiento máximo por esa participación a la esencia divina. Cristo que vistió la Humanidad perfecta, trajo a nosotros junto con la persona del Verbo, el modelo acabado de Humanidad, y su muerte por redimirnos del «hombre viejo», es el sacrifico del amor. Para el intelectual cristiano no existe ningún modelo cual Cristo, y toda la sabiduría se resuelve para él en una «imitación» de las perfecciones infinitas del Verbo. Para el cristiano, las cosas tienen sólo un valor instrumental y las que no pueden ser empleadas en la ejecución de la gran obra del Reino, deben se

Salazar o la Dictadura de la inteligencia (fragmento)
HENRI MASSIS (1886-1970)

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   De la Lisboa de suntuosas calles, de vastas explanadas donde sobre el fondo nacarado de las colinas, nuevos barrios escalonan sus cubos monocromos; del estuario del Tajo a la blanca Evora que entristece el insostenible brillo de su luz y de sus glorias difuntas, pero que tras un decorado demasiado bello prosigue su labor de terriana tenaz; de Alcobaça la real, que ante las brechas de su inmenso monasterio continúa valorando sus vergeles, sus olivares y sus viñas, hasta Batalha la victoriosa donde brilla siempre la lámpara de heroísmo; de Coimbra la sabia cuya historia hecha de vida y la vida de historia, a la acrópolis de Tomar que domina uno de los paisajes más armoniosos del mundo y alza sobre la transparencia del cielo su Torre de los Templarios y esa Iglesia de la Orden de Cristo donde el arte manuelino anuda sus troncos de jarcias alrededor de bahías «esculpidas por el sueño y la nostalgia del mar»; por todas partes, de norte a sur, en todos los caminos de Portugal, al vi

Concepción Católica de la Política (fragmentos)
P. JULIO MEINVIELLE (1905-1973)

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Sufragio universal Nada más deplorable y opuesto al bien común de la nación, que la representación a base del sufragio universal. Porque el sufragio universal es injusto, incompetente, corruptor. Injusto, pues niega por su naturaleza la estructuración de la nación en unidades sociales (familia, taller, corporación); organiza numéricamente hechos vitales humanos que se substraen a la ley del número; se funda en la igualdad de los derechos cuando la ley natural impone derechos desiguales; no puede ser igual el derecho del padre y del hijo, el del maestro y el del alumno, el del sabio y el del ignorante, el del honrado y el del ladrón. La igual proporción, en cambio –esto es la justicia– exige que a derechos desiguales se impongan obligaciones desiguales. Incompetente, por parte del elector, pues éste con su voto resuelve los más trascendentales y difíciles problemas religiosos, políticos, educacionales, económicos. De parte de los ungidos con veredicto popular, porque se les