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Mostrando las entradas de julio, 2022

«La devoción a María» - Thomas Molnar (1921-2010)

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Los escritos y las ideas a la moda de Levi-Strauss, de Mircea Eliade, de René Girard, de Gilbert Durand y de muchos otros han vuelto a poner el pensamiento religioso otra vez en el candelero. Estos pensadores y eruditos no son necesariamente espíritus religiosos, lejos de ello: a menudo son agnósticos, ateos o escépticos. Pero mientras un Hans Küng, sacerdote católico, quisiera que la Iglesia siguiera el camino que lleva –o que regresa– al siglo de las Luces, y adopte como centro doctrinal la libertad, la igualdad y la fraternidad, los eruditos de los que hablo tienen una actitud respetuosa de cara al fenómeno religioso. Mientras en los bajo-fondos de nuestra vida cultural se debaten los teólogos contestatarios, en la cima los eruditos más serios rehabilitan el cristianismo estudiando objetivamente la vida religiosa de todos los pueblos. Son Küng y compañía quienes están atrasados, pese a su reputación de avanzados; reputación inventada por otros atrasados pero cuyos juicios-oráculo

«Poema de antigüedad de España» - Agustín de Foxá (1903-1959)

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Se cumple hoy, 18 de julio, un nuevo aniversario del glorioso «Alzamiento» origen de la Cruzada contra  la barbarie soviética. Vaya pues esta poesía en homenaje a aquellos valerosos combatientes que dieron su vida por Dios y por España.           Los tanques rusos, nieves de Siberia, sobre estos nobles campos españoles, ¿qué puede la amapola contra sus frías grasas? ¿qué el álamo del río a su furor opone? T eníamos aún bueyes y arados de madera, Castilla no es científica; no surge en sus terrones la fábrica, su arcilla produce como Atenas teogonías y olivos, batallas, reyes, dioses...   Para ganar a España, hay que decir, cual Cristo, «Mi reino no es de este mundo»; no levantar las hoces ni prometer al cuerpo paraísos terrenales, Porque en España surgen de los sepulcros voces.   Y hay un destino claro, colgado de los cielos. porque hay genealogía, estirpe, y oraciones, porque el niño que nace, ya tiene dos mil años y mandan, con un gesto de reyes, sus pa

«Discriminación y algunos adjetivos» - Rubén Calderón Bouchet (1918-2012)

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Es curioso observar de qué manera los medios de comunicación masiva van destruyendo el buen sentido que todavía queda entre la sencilla gente y lo reemplazan por las consignas, más o menos estúpidas, que suponen o sugieren que están fundadas en las últimas conquistas de la ciencia. La homosexualidad ha sido siempre considerada un vicio especialmente repugnante cuando se trata del comercio sexual entre varones. Esta sana opinión sostenida a lo largo de los siglos por una educación basada en la clara distinción de los sexos, hoy es combatida por la prensa bajo el pretexto de que se trata de una modalidad del eros tan normal como cualquier otra y que viene impuesta por una ecuación genética sui generis que beneficia a algunos representantes del género masculino o femenino y que reclama, con gran alarde de publicidad, no solamente ser aceptada como una modalidad legítima del ser humano sino, probablemente, como la más avanzada y progresista de todas. Como no soy sexópata, ni sexómano

«¿Por qué se lucha contra la guerrilla?» - Víctor Eduardo Ordóñez (1932-2005)

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El 2 de julio se cumplieron 46 años del brutal atentado terrorista perpetrado en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal. Publicamos, pues, este esclarecedor artículo que advertía diáfanamente cuál debía ser el sentido de la lucha contra la guerrilla marxista, y que fue escrito más de un año antes de ese trágico acontecimiento y, claro está, cuando aún no había comenzado el llamado «Proceso de Reorganización Nacional». La pregunta no es baladí ni gratuita. Porque de su respuesta derivarán la conciencia con que se enfrente la guerrilla y lo que en verdad se crea defender. Si como se ha dicho, la política es un mundo poblado de imágenes, los argentinos vivimos asediados por las peores, y frecuentemente nos dejamos guiar por las más miserables, las más ridículas o las más inútiles. Una de esas imágenes, tal vez la más tétrica de todas, es que el país no puede vivir sin sus instituciones, entendiéndose por tales, claro está, únicamente las liberales. Hay algo más dogmá