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Mostrando las entradas de agosto, 2018

La Amistad (fragmento)
CLIVE STAPLES LEWIS (1898 -1963)

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A la memoria de nuestros entrañables amigos de la «Guardia de San Miguel» que ya se han ido: Andrés Bonello, Fernando Giudice, Cristián Coronado, Juan Walker; y al amigo de la «Guardia de San Miguel», Fernando Córdoba; «Decíamos Ayer...» dedica estas amables y luminosas líneas. Cuando el tema de que hablamos es la amistad, o el eros, encontramos un auditorio preparado. La importancia y belleza de ambos ha sido reiteradamente destacada, y hasta exagerada una y otra vez. Aun aquellos que pretenden ridiculizarlos, como consciente reacción contra esa tradición de encomios, lo hacen también influidos por ellos.  Pero muy poca gente moderna piensa que la amistad es un amor de un valor comparable al eros o, simplemente, que sea un amor. No puedo recordar ningún poema desde In Memoriam , ni ninguna novela que la haya celebrado. Tristán e Isolda, Antonio y Cleopatra, Romeo y Julieta tienen innumerables imitaciones en la literatura moderna; pero David y Jonatán, Pílades y Orestes, Rola

Tercera parte - La hoz y el martillo (fragmentos)
AGUSTÍN DE FOXÁ (1903-1959)

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José Félix, ayudado por la vieja criada y la mujer del portero, quemaba, en la estufa del cuarto de baño, los periódicos de Falange y unos retratos del Rey. –Aquí tenía esto la señorita. –No hay más remedio que quemarlo. Era un retrato de Calvo Sotelo dedicado días antes de su muerte. Ya ardía entre las astillas una banderita española. La noche anterior habían enterrado en la cueva un viejo revólver. Se despidió de los porteros. –Bueno; yo ya me voy. Si preguntan por mí, que me he marchado a Valencia. Salió a la calle. Encontró un Madrid desolado, diferente; con los mismos edificios y la misma gente, aquélla era ya otra ciudad. Se daba cuenta así, de la fuerza enorme de las ideas. A pesar de la geografía, aquello ya no era España. En la Gran Vía, en Alcalá, acampaba la horda; visión de Cuatro Caminos y de Vallecas, entre los hoteles suntuosos de la Castellana, bajo los rascacielos de la avenida del Conde de Ferialver. Los «paqueos» habían cesado, pero los autos ocup

Los Apóstoles se duermen mientras el traidor conspira
SANTO TOMÁS MORO (1478-1535)

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Con ocasión de la reciente declaración realizada por los miembros de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (v. Agencia Informativa Católica Argentina – AICA, del 22-8-18) en la que expresan vivamente su «alegría por la inminente beatificación de Mons. Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera», «Decíamos ayer...» quiere recordar el testimonio de un verdadero MÁRTIR, realmente ejecutado por «odio a la Fe», expresado en uno de los libros que escribió durante su cautiverio, poco antes de su ejecución.     «Levantándose del suelo y volviendo a sus discípulos, hallólos dormidos por causa de la tristeza. Les dijo: ¿por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en la tentación. Dormid y descansad. Pero basta ya. He aquí que llegó la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos y vámonos de aquí. Ya se acerca el que me ha de entregar» [1] . Vuelve Cristo por tercera ve

El convento de los «cistels» del Saona
DANIEL-ROPS (Henri Petiot) (1901-1965)

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El domingo de Ramos del año 1098, festividad del santo patriarca Benito –de ello hacía ya catorce años–, un grupo de novicios benedictinos habían salido de su abadía de Molesmes en Borgoña para ir a fundar una nueva casa en un lugar solitario entre los «cistels» –juncos– del Saona. Este monasterio había tomado el nombre, que había de hacerse ilustre, de Citeaux. ¿Por qué aquella partida? ¿Por qué aquella fundación? Para comprenderlo, es necesario colocarse de nuevo en el clima de la época, en aquella extraordinaria animación espiritual que trabajaba el alma cristiana desde hacía casi cien años. La Iglesia, durante los tiempos bárbaros, en aquella época trágica que se extiende desde después de las invasiones hasta los alrededores del año mil, había sido el guía y la salvación de la sociedad en peligro. Luchando obstinadamente, en el seno de las tinieblas ensangrentadas, contra el poder mortal de la barbarie, había trabajado tanto en restablecer un orden temporal como en despert

El paso de los Andes
VICENTE DIONISIO SIERRA (1893-1982)

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Si la organización del Ejército de los Andes es uno de los hechos más extraordinarios de la historia militar como combinación estratégica, el paso del gran macizo andino fue considerado por Mitre «un compuesto de atrevimiento, de observación y de cálculo, que en su conjunto asombra, y analizado, se admira y se impone por lo concreto de su concepción y la exactitud de su ejecución» . No en balde, al divisar desde Mendoza las nevadas crestas de los Andes, San Martín exclamaba: «Lo que no me deja dormir es, no la oposición que pueden hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes» (Carta a Guido del 14 de junio de 1816). La labor consiguiente a tan ardua empresa se bifurcó en diversos aspectos, y sobre todo el de desorientar al enemigo respecto de los planes como de la situación del ejército patriota, labor que San Martín manejó personalmente con singularísima eficiencia. Para realizarla   encontró la colaboración de numerosos patriotas chilenos que se jugaron la vida

«La Asunción de María a los cielos»
P. LEONARDO CASTELLANI (1899 -1981)

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La Virgen María fue asumida o «asumpta» a los cielos; o sea, resucitó como su Hijo y fue llevada a la gloria en cuerpo y alma. No decimos Ascensión , sino Asunción , porque fue llevada por su Hijo, como píamente creemos. Se cree que vivió 72 años. El Papa Pío XII definió en el año 1950 después de consultar a los Obispos de todo el mundo, que la Asunción de María a los cielos es una verdad de fe. ¿Dónde está en los Evangelios, esa verdad de fe? No está en los Evangelios, está en la Tradición. Los Evangelios terminan en la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo; y fueron compuestos y puestos por escrito mucho antes de la muerte de Nuestra Señora. Pero los Apóstoles sabían y enseñaban muchas más cosas de las que están en los Evangelios, como dicen ellos mismos: «Muchas otras cosas hay que hizo Jesús, que si se escribieran todas, creo que no cabrían en el mundo los libros» –dice san Juan al final del suyo.   La Iglesia Católica sostiene que la Revelación de Dios a los hombres est

Borges no existe (carta de un lector)
ANÍBAL D'ANGELO RODRÍGUEZ (1927-2015)

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Buenos Aires, 26 de junio de 1981 Señor Director de «Cabildo» D. Ricardo Curutchet S/D Muy estimado señor: He dudado mucho antes de escribir esta carta. Pues lo que voy a informarle en ella es algo capaz de desestabilizar la cultura argentina, de provocar pánicos en masa, motines callejeros, quiebras de medios de difusión, infartos múltiples, suicidios colectivos y otros males que me reservo. Comprenderá usted, pues, mis dudas y hesitaciones. Pero por fin pudo más mi amor a la verdad y me decidí a dar a conocer el resultado de ciertas pacientes investigaciones que realizo desde hace años. He recorrido bibliotecas, interrogado centenares de personas, indagado documentos, fatigado archivos –¡caramba, ya se me contagió el verbo fatigar!– y compulsado decenas de publicaciones. Todo comenzó por una vaga sospecha o, más que eso, por un interrogante que se instaló en mi cerebro cierto día que Jorge Luis Borges declaró, a la salida de un ágape no recuerdo si con Mi