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Mostrando las entradas de mayo, 2018

La Santa Comunión
FRAY RÉGINALD GARRIGOU-LAGRANGE O.P. (1877-1964)

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Con la presente publicación, “Decíamos ayer...” adhiere pública y fervientemente a la Solemnidad de “Corpus Christi”. Sirva también como humilde reparación y desagravio por las gravísimas ofensas y sacrilegios recientemente perpetrados en Buenos Aires, Ciudad de la Santísima Trinidad, contra el Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.    Nuestro Señor, por la salud de todos en general, no pudo entregarse con más generosidad que como lo hizo en la Cruz; mas tampoco es posible darse a cada uno en particular más amorosamente que como lo hace en la Eucaristía (Jn., VI, 35,41,51): “Yo soy el pan de vida ; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí, no tendrá sed jamás... Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente ; y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida y salvación del mundo... Mi carne verdaderamente es comida. Quien come mi carne y bebe mi sangre, en mí mora y yo en él” .    De modo que

Introducción (fragmento)
JORDÁN BRUNO GENTA (1909-1974)

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Caseros representa para nuestra Patria el fin de una política nacional fundada en el real señorío sobre todo lo propio, y el comienzo de una política de soberanía ficticia y de efectiva servidumbre a la usura internacional hasta el día de hoy. Se comprende fácilmente que a la ficción de la Soberanía política, el liberalismo triunfante tenía que darle una apariencia de legitimidad apelando a una historia –ficción que explicara, a su modo, el origen, la formación y la organización de la Nación Argentina–. Había que presentar hombres y acontecimientos, no conforme a la realidad, sino a esa burda imagen de una Soberanía popular que no existe ni puede existir . Esta es la razón de esa interpretación populista de la Revolución de Mayo , en la que coincide la historiografía oficial de los jacobinos con el revisionismo histórico de los nacionalistas de izquierda (marxistas); y también la razón por la cual unos y otros no soportan las cinco verdades con las que Hugo Wast define y precisa el

El Patriotismo; el destierro
NUMA DIONISIO FUSTEL DE COULANGES (1830-1889)

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La palabra patria significaba, entre los antiguos, la tierra de los padres, terra patria . La patria de cada hombre era la parte del suelo que su religión doméstica o nacional había santificado, la tierra donde reposaban los huesos de sus antepasados, y ocupada por sus almas. La patria chica era el recinto familiar con su tumba y su hogar. La patria grande era la ciudad, con su pritaneo y sus héroes, con su recinto sagrado y su territorio marcado por la religión. «Tierra sagrada de la patria», decían los griegos. No era ésta una frase vana. Este suelo era verdaderamente sagrado para el hombre, pues estaba habitado por sus dioses. Estado, Ciudad, Patria; estas palabras no eran una abstracción, como entre los modernos; representaban con fidelidad un conjunto de divinidades locales, con un culto cotidiano y creencias arraigadas en el alma. Así se explica el patriotismo de los antiguos; sentimiento enérgico, que era para ellos la virtud suprema, a la que todas las virtudes se subordin

El Mártir (fragmento)
EVELYN WAUGH (1903-1966)

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Londres, en aquel invierno, era una ciudad muy alegre. Anjou había llegado con su séquito y la Corte por entero se hallaba volcada en su entretenimiento. Sidney, caído de favor de la Reina, tuvo como encargo la redacción de una Apología de la Poesía. La «ranita» era el hombre del momento, y hacia él se dirigieron varios amigos de Campion [1] para lograr su intercesión. Encontraron al Duque dando brincos en la pista de tenis. Era el día anterior a la ejecución de Campion y, por mediación del abate francés que ejercía de confesor del Duque, fueron capaces de conseguir una entrevista. El hombrecillo escuchó lo que le decían, los miró con estupor, como si acabara de despertar de un profundo sueño, se rascó la barba y, girando uno de sus tacones, dijo una sola palabra –«Seguimos»– y retomó el juego interrumpido. Los últimos días de Campion estuvieron totalmente consagrados a su preparación para la muerte; incluso en la celda practicó la mortificación, ayunando y velando de rodillas d

Estudio preliminar
ROBERTO H. RAFFAELLI (1945-1989)

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El siguiente es el interesante estudio preliminar al libro “Esencia del Liberalismo” del P. Leonardo Castellani, libro cuya lectura, de gran actualidad, “Decíamos Ayer...” recomienda vivamente. Para ello, ofrece a sus lectores, al pie de la página y para su descarga, el texto completo, que fue editado junto con un “Apéndice” de tres artículos más, referentes al mismo tema.     Los trabajos que siguen –una conferencia pronunciada en 1960 y tres breves artículos– resumen y sintetizan la crítica del Liberalismo que, a lo largo de su varia y vasta producción, constituye uno de los temas centrales del Padre Castellani. Es imposible no recordar aquí, como antecedente, el artículo  Liberalismo , aparecido en Cabildo en 1944 y vuelto a publicar en el N° 1 de la nueva Cabildo en 1973 e incluido en el primer volumen de esta colección, verdadero clásico en el género, donde a propósito de Rousseau y su obra, se adelantan desarrollos similares a los aquí expuestos.    Lo primero q

El sentido de la vida
RAFAEL GAMBRA (1920-2004)

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    Ante todo, el sentido de las cosas. “Yo he descubierto una gran verdad –dice el Patriarca de  Ciudadela – [1] : que los hombres  habitan , y que el sentido de las cosas cambia para ellos según el orden de la mansión que los alberga. Y que el camino, la colina, son diferentes para el hombres según que formen o no un dominio”.       O lo que es lo mismo: el hombre, aunque razone no vive en lo universal, sino que habita en lo concreto, y sólo a partir de lo concreto razona. Precisamente porque él mismo es individual y personal, crea lo concreto determinado y en ello se alberga y protege. De aquí que el conjunto de límites o determinaciones que forman el habitáculo humano sea el bien más precioso que cada hombre y cada generación debe conservar, porque le proporciona el sentido de las cosas y le preserva de la incoherencia y del esencial hastío.     Nadie más abandonado en un mundo sin límites, de temibles elementos, que el navegante en alta mar. Se enfrenta, sin embargo, con el

Después del pecado
FRAY ALBERTO GARCÍA VIEYRA O.P. (1912 – 1985)

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   Consumado el pecado, la Escritura nos señala diversos episodios que jalonan las consecuencias del mismo.    “Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos cinturones” (Gen. III,7).    En el estado de inocencia no sentían para nada el estímulo de la concupiscencia, y no se avergonzaban de la desnudez; después del pecado pierden la inocencia. Como dice el P. Ceuppens, no hay que introducir doctrinas o explicaciones extrañas al contexto. “El hombre sabía que estaba desnudo –dice J. Chaine–; ahora él encuentra esto inconveniente porque la concupiscencia se ha despertado; la concupiscencia es posterior al pecado; es efecto y no causa de la caída” ( Le Livre de la Genese , 48).    Esto último es importante contra explicaciones más o menos absurdas del pecado original. Es ridículo poner el pecado original en algo sexual; entre Adán y Eva podía haber acto sexual, pero no pecado propiamente dicho. El pecado original fue