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Mostrando las entradas de 2021

«El tiempo en función de la eternidad – María Madre de Dios» – P. Carlos Lojoya (1941-1990)

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Con el deseo de un feliz año nuevo a todos sus lectores, «Decíamos ayer...» ofrece este fragmento de un sermón cuya lectura resulta propicia para los últimos días del año que culmina y los primeros del que comienza.   Estamos celebrando la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Esta Solemnidad es nueva relativamente dentro del Calendario Litúrgico, ya que antiguamente se celebraba en este día «La presentación de Jesús en el Templo», «La purificación de la Virgen», «La circuncisión del Señor». Pero la Iglesia ha querido poner el año que comienza, inaugurar ese año, con la Solemnidad de éste, que es el título más grande, origen y raíz de todos los privilegios y títulos que tiene nuestra Madre Inmaculada la Virgen Santísima. Y por eso, son dos cosas que vienen a nuestra mente en este día que comienza un año y que agolpa nuestro corazón de recuerdos, de los ausentes, de los que están lejos, de los que ya no están... Todo hombre al comienzo del año, si tiene un poco de profundidad s

«La gruta de Belén» - P. Agustín Berthe C.Ss.R. (1830-1907)

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Con la presente publicación «Decíamos ayer...» desea para sus lectores una muy feliz y santa Navidad. Mientras aguardaba el nacimiento del divino Niño, María recorría en su memoria los textos sagrados relativos al advenimiento del Mesías. Iniciada en el conocimiento de las Escrituras, no ignoraba la célebre profecía de Miqueas: «Belén Efrata, tú eres, muy pequeña entre las numerosas ciudades de Judá y sin embargo de tu seno saldrá el dominador de Israel, El que existe desde el principio y cuya generación remonta hasta la eternidad» [1] . Según estas textuales palabras, los doctores afirmaban unánimemente que el Cristo nacería en Belén como David su abuelo. Pero ¿cómo se cumpliría esta predicción, ya que María, domiciliada en Nazaret, no tenía motivo alguno para trasladarse a Belén? Un hombre fue, sin saberlo, el instrumento elegido por la Providencia para resolver esta dificultad; y a fin de manifestar al mundo que los potentados de la tierra no son más que meros ejecutores de sus et

«Palabras en el sepelio de Carlos Alberto Sacheri» - Juan Carlos Goyeneche (1913-1982)

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Ante un nuevo aniversario de su asesinato -22 de diciembre de 1974- vayan, en memoria y homenaje de Carlos Alberto Sacheri, estas palabras proferidas por quien fuera uno de sus grandes amigos. Amigos: Estamos reunidos aquí para despedir los restos de un hombre joven –41 años– que fuera ayer vilmente asesinado. Esa juventud no le impidió ser un brillante intelectual ni gozar de gran nombradía como profesor de filosofía tomista. Desde sus comienzos como estudiante en la Universidad de Laval –en Quebec– donde de discípulo del eminente tomista Charles de Koninck pasó al egresar a ser su colaborador en la cátedra, hasta su actuación en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Católica, Sacheri no fue un mero repetidor sino que estableció vínculos de magisterio directo, personal y moral sobre gran número de discípulos que reconocen con orgullo que a él le deben su formación. Yo, personalmente, cuando lo visité en Canadá y tuve el honor de ser su huésped, pude comprobar la alt

«El error fundamental del progresismo» - P. Julio Meinvielle (1905-1973)

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...El error fundamental consiste en negar la necesidad de un orden social cristiano o lo que el magisterio eclesiástico llama, desde los días de León XIII hasta el Pontífice reinante, la civilización cristiana o la ciudad católica; los progresistas niegan que haya tal civilización cristiana o tal orden social público-cristiano. En París se ha llegado a afirmar en audiciones públicas de radio, que tal concepto no existe en el Magisterio de la Iglesia; cuando se hace evidente que hay por lo menos cerca de 50 documentos que hacen referencia explícita a la civilización cristiana. También califican los progresistas de nacional-catolicismo el intento de llevar a la práctica el programa de la ciudad católica. A1 rechazar los progresistas la civilización cristiana, rechazan los derechos de la Realeza de Cristo sobre el orden temporal de la vida pública; es decir, sobre las familias, los grupos sociales, los sindicatos, las empresas, las naciones y el mundo internacional. Derecho de la Realez

«La Mujer a la que el mundo ama» (fragmento) - Mons. Fulton J. Sheen (1895-1979)

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[...] Dios tiene en Sí diseños, módulos de todo lo que hay en el universo. Así como el arquitecto tiene en su mente el plan de la casa, antes de construirla, así Dios tiene en Su Mente una idea arquetipo de toda flor, de toda ave, árbol, de la primavera, de toda melodía. Jamás un pincel roza una tela, o un cincel hiere el mármol sin que haya una idea preexistente. Así también, cada átomo y cada rosa es la realización, la concretización de una idea existente en la Mente de Dios, y desde toda la eternidad. Todas las creaturas, inferiores al ser humano, corresponden al modelo que Dios tiene en Su Mente. Un árbol es verdaderamente un árbol porque responde a la idea que Dios tiene del árbol; una rosa es una rosa porque tal es la idea de Dios, realizada en compuestos químicos, en tintes y vida. Pero, no es así con las personas . Acerca de nosotros Dios tiene dos imágenes: la una es la que corresponde a lo que somos : la otra a lo que debemos ser ; tiene el modelo y tiene la realidad; el pl

«Charles de Foucauld» - Santiago de Estrada (1908-1985)

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En el día de la celebración del Beato Carlos de Foucauld, vaya esta publicación en su memoria. Cargado de pecados, desembarcó un día en las playas africanas el joven oficial Charles de Foucauld. Era francés y de noble estirpe. Sus antepasados habían contribuido a forjar el reino cristiano de los Capetos, y, cuando las turbas fanatizadas por los falsos profetas de la Revolución impía pretendieron hacer de la «Fillie aimée de l’Eglise» la «Maitresse de Satan» , la sangre de los Foucauld corrió como la del justo Abel. Pero el ambiente sensual y corrompido de fines del ochocientos estaba a punto de asfixiar al noble Charles, que, entregado a los placeres de la carne, parecía no conservar ni siquiera la memoria de las virtudes de su estirpe. Y así, su primer encuentro con el desierto no produjo más resultado que poner de manifiesto el grado de podredumbre moral a que había llegado. No por ello lo abandonó el Señor. Quedaba aún un dejo de auténtica nobleza en el corazón de Charles: al sab

«Comunidad y ‘Romanitas’» - Fray André-Jean Festugière O.P. (1898-1982)

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La historia humana ha visto realizarse, durante algunos siglos, una comunidad que sobrepasó los marcos de la ciudad pequeña y autónoma para extenderse hasta los límites de lo que se denominaba la oikumene , es decir, no solamente «el mundo habitado» (como de ordinario se traduce esta palabra) sino el mundo gobernado por leyes conformes a la razón, en una palabra, «el mundo civilizado». Esto fue la comunidad romana, la Romanitas . Era una comunidad en el sentido propio, desde el momento en que todos los que formaban parte de ella, de hecho toda la población urbana, todos los ciudadanos de las ciudades que, en el Imperio, tenían rango de civitates y se administraban mediante magistrados elegidos, participaban realmente en la cosa pública y tenían conciencia de esta participación. El progreso que conduce a esta realidad y a la conciencia de esta realidad, termina a fines del siglo I de nuestra era. Emperadores, magistrados o simples ciudadanos, los autores de ese tiempo y del siglo II,