«San Martín y la Política Internacional» (fragmento) - Jordán Bruno Genta (1909-1974)
Hoy se cumplen 178 años del combate de la Vuelta de
Obligado, en el que la Argentina de Juan Manuel de Rosas rechazara la invasión
de la armada anglo-francesa. En conmemoración de aquel 20 de noviembre de 1845,
cada año se celebra en Argentina el día de la soberanía nacional. Para honrar
esta memoria compartimos algunos extractos de la correspondencia que con tal
ocasión se cursaron entre el General San Martín y el Restaurador de las Leyes.
Los jóvenes aprenderían en esas
breves páginas, la más pura y remontada lección de patriotismo; el precio que
cuesta permanecer en la altura de la libertad y que es preciso renovar toda vez
que sea exigido. Aprenderían a conocer el tiempo de la real grandeza de la
Patria; una grandeza que no cimentaban ni el granero ni el frigorífico del
mundo, sino el señorío y la capacidad de resistir la presión de los poderosos.
Aprenderían que Rosas es el heredero y continuador de San Martín en el cuidado
de la Soberanía Nacional; el que consolidó la libertad política fundada por su
espada, a través del enfrentamiento permanente con enemigos externos e
internos, confabulados para impedir la existencia de la Gran Argentina,
histórica y geopolíticamente predestinada en la cuenca del Río de la Plata.
Los jóvenes aprenderían, sobre
todo, a distinguir la riqueza de aquella Argentina pobre, de la pobreza de esta
Argentina rica que tan angustiosamente nos duele.
Ofrecemos, una vez más, a
nuestros lectores, el texto de la correspondencia entre San Martín y Rosas que
se comenta por sí sola. Es un diálogo entre dos señores de la Patria que han
hecho su grandeza histórica; una palabra sobria, ejemplar, señera, magistral
que te arranca de la vulgaridad y te exalta, en su alto vuelo, a una vida
noble, esforzada y heroica.
[…]
San Martín tenía ya
definitivamente quebrantada su salud e iba camino de quedar ciego; pero su
preocupación por la suerte de la Patria se mantenía intacta
[…]
En principios de noviembre
pasado, me dirigí a Italia con el objeto de experimentar si con su benigno
clima recuperaba mi arruinada salud; bien poca es hasta el presente la mejoría
que he sentido, lo que me es tanto más sensible, cuanto en las circunstancias
en que se halla nuestra Patria, me hubiera sido muy lisonjero poder nuevamente
ofrecerle mis servicios (como lo hice a Vd. en el primer bloqueo por la
Francia), servicios que aunque conozco serían inútiles, sin embargo
demostrarían que en la injustísima agresión y abuso de la fuerza de la
Inglaterra y Francia contra nuestro país, éste tenía aún un viejo defensor de
su honra e independencia; ya que el estado de mi salud me priva de esta
satisfacción, por lo menos me complazco en manifestar a Vd. estos sentimientos,
así como mi confianza no dudosa del triunfo de la justicia que nos asiste.
Acepte Vd., mi apreciable
general, los votos que hago porque termine Vd. la presente contienda con honor
y felicidad, con cuyos sentimientos se repite de Vd. su afectísimo servidor y
compatriota.
José de San Martin
Al enterarse del Combate de
Obligado –20 de noviembre de 1845–, gloriosa derrota de las Armas de la Patria
frente a un adversario muy superior en fuerza, San Martín escribe a Rosas:
Esta contienda, en mi
opinión, es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la
España. Convencido de esta verdad, crea Vd., mi buen amigo, me ha sido tan
sensible que el estado precario de mi salud me prive en estas circunstancias de
ofrecer a mi Patria mis servicios, pare demostrar a mis compatriotas que ella
tiene aún un viejo servidor cuando se trata de resistir a la agresión más
injusta de que haya habido ejemplo… (carta fechada el 10 de mayo de
1846).
Es el Libertador quien ve y
estima que la agresión imperialista que enfrenta Rosas, “tiene tanta
trascendencia como la de nuestra emancipación de la España”. Quiere decir que
el juicio de San Martín, el más autorizado de todos los argentinos de antes y después,
reconoce en la Defensa del honor de la Patria que sostiene tan gallardamente
Rosas, la continuidad de su propia obra histórica.
Se comprende la gratitud del
Restaurador de las Leyes ante el reconocimiento sincero, desinteresado y
valiosísimo del fundador de la soberanía nacional. De ahí las expresiones
cálidas, entusiastas y agradecidas al primer servidor de la Patria que leemos
en la siguiente carta:
La Encarnación en Palermo de
San Benito, mayo 20 (mes de América) de 1847.
Sr. General D. José de San
Martín.
Mi querido y respetable
General:
Tanto más placer he tenido al
leer la muy apreciable carta con que Vd. me favorece, datada en Nápoles el 11
de enero último, cuando ella trae a nuestra Patria un recuerdo y un voto digno
del heroico defensor de la Independencia.
General: no hay un verdadero
argentino, un americano, que al oír el nombre ilustre de Vd., y saber lo que
Vd. hace todavía por su Patria y por la causa americana, no sienta redoblar su
ardor y su confianza. La influencia moral de los votos patrióticos americanos
de Vd., en las presentes circunstancias, como en el anterior bloqueo francés,
importa un distinguido servicio a la independencia de nuestra Patria y del
continente americano, a la que Vd. consagró con tan glorioso honor, sus
florecientes días.
[…]
Acepto con gratitud y alto
aprecio sus benévolos votos por el buen éxito y honor de la actual contienda, y
deseo a Vd. la mejor salud y felicidad.
Soy respetuosamente de Vd.
atento compatriota y amigo.
Juan Manuel de Rosas
—
A pesar de la distancia que
me separa de nuestra Patria, Vd. me hará la justicia de creer que sus triunfos
son un gran consuelo a mi achacosa vejez.
Así es que he tenido una
verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que
nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es
tanto más completa cuanto el honor del país no ha tenido nada que sufrir, y por
el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos un modelo que
seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya Vd. a creer por
lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra Patria tuviese que
avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo Vd. sus destinos; por
el contrario, más bien he creído no tirase Vd. demasiado de la cuerda de las
negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión
demostrará a Vd. mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la
franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de Vd. Por
tales acontecimientos reciba Vd. y nuestra Patria mis más sinceras
enhorabuenas.
[…]
Que goce Vd. la mejor salud,
que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su
apasionado amigo y. compatriota.
José de San Martin
—
Buenos Aires, marzo de 1849.
Excmo. Sr. D. José de San
Martín.
Mi querido general y amigo:
Tengo sumo placer en
contestar su estimada carta fecha 2 de noviembre último. Aprecio intensamente
las benévolas expresiones en cuanto a mi conducta administrativa sobre el país
en la intervención anglo-francesa, en los asuntos de esta República. La noble
franqueza con que Vd. me emite sus opiniones da un gran realce a la justicia
que Vd. hace a mis sentimientos y procederes públicos.
Nada he tenido más a pecho en
este grave y delicado asunto de la intervención, que salvar el honor y la
dignidad de las Repúblicas del Plata y cuanto más fuertes eran los enemigos que
se presentaban a combatirlas, mayor ha sido mi decisión y constancia para
preservar ilesos aquellos queridos ídolos de todo americano. Vd. nos ha dejado
el ejemplo de lo que vale esa decisión y no he hecho más que imitarlo.
Todos mis esfuerzos siempre
serán dirigidos a sellar las diferencias con los poderes interventores de un
modo tal, que nuestra honra y la independencia de estos países, como de la
América toda, queden enteramente salvos e incólumes.
Agradezco sobremanera las
apreciables felicitaciones que me dirige por el levantamiento del bloqueo de
estos puertos por la fuerza de los poderes interventores. Este hecho, que ha
tenido lugar por la presencia sola de nuestra decidida constancia y por la
abnegación con que todos nos hemos consagrado en la defensa del país tan
injustamente agredido, será perpetuamente glorioso. Ha tenido lugar sin que por
nuestra parte hayamos cedido un palmo de terreno. Acepto complacido, pues, sus
felicitaciones, y al retornárselas con encarecimiento, me es satisfactorio
persuadirme que Vd., se regocijará de un resultado tan altamente honorífico
para la República.
[…]
Deseándole, pues, un pronto y
seguro restablecimiento y todas las felicidades posibles, tengo el mayor gusto,
suscribiéndome como siempre, su apasionado amigo y compatriota.
Juan Manuel de Rosas
Bien podía decir Rosas que su
decisión y constancia, su esfuerzo y abnegación en defensa de la Soberanía
Nacional, no hacía más que seguir el ejemplo del Libertador, General San
Martín.
[…]
El testamento de San Martín,
redactado en 1844, en estado de plena lucidez y dominio de sí, establece de
modo incontrovertible, la línea de nuestro destino histórico en la grandeza. En
la cláusula más importante, hace el legado de su sable de Libertador de América
a Rosas, porque lo reconoce expresamente como el continuador de su obra:
El sable que me ha acompañado
en la Independencia de América del Sud, le será entregado al General de la
República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción
que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de
la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban
de humillarla.
Ningún argentino podrá recibir
jamás testimonio tan honroso ni más consagratorio que el Dictador Juan M. de
Rosas; justamente por su defensa de la soberanía, de la integridad y del honor
de la República.
* En «Doctrina Política de San Martín»
- Ed. Nuevo Orden, Buenos Aires-1965. (Fuente «Voz Católica»).
___________________
Quien quiera descargar y guardar el texto precedente en PDF, y ya listo para imprimir, puede hacerlo AQUÍ.
blogdeciamosayer@gmail.com