«Expectación de la Gracia» - César E. Pico (1895-1967)

Non decent stultum verba composita
(Prov. XVII, 7).

El orden universal de las criaturas, el mundus intelligibilis de los antiguos, en nada manifiesta tanto su armonía jerárquica como en esa aptitud de congruencia respecto a la gracia que Santo Tomás considera tan honda y amorosamente.
La naturaleza está en expectación de la gracia. La sobrenaturaleza asume, capta y sobreeleva a los seres naturales sin destruir su esencia: el Creador preestableció la armonía insertando en sus criaturas una aptitud receptiva, congruente con su destino sobrenatural. Y esa aptitud que no es la gracia, sino una predisposición para recibirla, permite contemplar el plan divino de la creación como una vasta jerarquía celeste sin solución de continuidad. Túnica inconsútil, destinada a manifestar la gloria de Dios ocultando a la Palabra creadora. Porque es gloria de Dios velar la palabra (Prov, XXV, 2). Por eso, cuando la Verdad fue despojada de su túnica y se manifestó desnuda y levantada para atraer a Sí todas las cosas, había que descubrirla detrás de la pavorosa irrisión; pero su túnica no fue dividida y la posesión del despojo fue librada a la suerte. Super vestem meam miserunt sortem (Ps. XXI, 19).
Esta visión sintética de la realidad constituye la finalidad suprema de la inteligencia: la filosofía debe ser una introducción a la Sabiduría. Fuera de esa perspectiva iniciática, se convierte en vana disputa y fragmentación mentirosa: palabras compuestas y eternamente separadas que no convienen al estulto porque no sabe unificarlas.
Una túnica inconsútil viste al Verbo, pero cuando Éste quiere manifestarse desnudo para atraernos a Sí, previamente nos ha señalado el camino de oprobio que consuma el amor. Así el conocimiento místico trasciende al conocimiento filosófico; pero hasta el privilegio de la contemplación infusa requiere, paralelamente, una compasión privilegiada: Noche de nuestros sentidos, figurada en el Huerto; noche de nuestra inteligencia, en la denudación; obscuridad de nuestra fe, en el lamma sabacthani; tiniebla total, cuando todo ha sido consumado.

* En «Revista Número», Buenos Aires, N° 2, Febrero de 1930.

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