Fundación de Buenos Aires
VICENTE DIONISIO SIERRA (1893-1982)


En el nombramiento que Juan Torres de Vera y Aragón extendió a favor de Juan de Garay, se establecía que, “habiendo disposición y convenido así al servicio de su magestad pueda el dicho Juan de Garay en su real nombre y mío poblar en el puerto de Buenos Aires, una ciudad intitulándola del nombre que le pareciere y tomar la posesión de ella y poner y nombrar justicia de su magestad que en su real nombre la administre y para el primer año elegirá alcaldes y corregidores y los demás oficiales de la dicha ciudad y sustentar la dicha ciudad...”.
La necesidad de esta fundación venía del deseo de los pobladores del Tucumán de tener un puerto, siendo muchos los que en Perú incitaban a buscarlo donde Pedro de Mendoza había levantado su primer asiento, entre ellos el oidor Matienzo. Por otra parte era evidente la necesidad de una población sobre el río de la Plata para recibir y despachar las naves de socorro provenientes de España, sobre todo para las expediciones destinadas a Chile, pues no era sensato, con los medios navales de la época, exponerlas a los peligros de la travesía del estrecho. Pero la fundación de Buenos Aires fue al mismo tiempo un triunfo para las aspiraciones expansivas de los portugueses, porque dejó sin efecto la fundación de San Francisco sobre el Atlántico, y les permitió, años más tarde, correrse al sur y ocupar la mayor parte de la costa atlántica hasta el Río de la Plata y su orilla oriental.
En enero de 1580, Juan de Garay pregonó en la Asunción la repoblación del puerto de Buenos Aires, señalando las condiciones del enganche voluntario y las ventajas que serían acordadas a sus primeros pobladores. Destacó, al efecto, los beneficios de la apropiación del ganado caballar, que ya abundaba en la pampa, la distribución de solares, tierras de cultivo e indios de encomienda. Alistáronse más de sesenta vecinos, en gran parte criollos y mestizos. Cabe señalar al respecto, que ninguna población de la Argentina actual fue fundada por expediciones provenientes de España, sino como resultado de la expansión de centros españoles de América, entre los que la Asunción figura en primer término.
Para su empresa reunió Garay gran cantidad de mantenimientos, armas, útiles de labranza, y “mil caballos, quinientas vacas y otros ganados menores”. Los que se alistaron lo hicieron “a costa y misión”, como entonces se dijo. Para el transporte dispúsose de la carabela San Cristóbal de la Buena Ventura, construida en los astilleros de la Asunción, con madera del país, por el maestro naval Antonio Tomás; de los bergantines San Miguel y Todos los Santos, traídos veinticinco años antes por Martín de Orúe, rehechos para esta ocasión; del bergantín Santiago y de numerosas balsas y canoas. Según el P. Lozano, diecisiete hombres al mando de Alonso de Vera debían conducir el ganado en arreo, por tierra, mientras el resto baja por el río.
La expedición organizada por Garay partió de la Asunción el 9 de marzo, deteniéndose en Santa Fe para completar sus elementos. El 29 de marzo fondeaba en el Riachuelo. Era Domingo de la Trinidad, por lo cual Garay dio a la nueva fundación el nombre de “Ciudad de la Santísima Trinidad”.
Reconocido el terreno y elegido el lugar para la población, que no fue el mismo de Pedro de Mendoza, sino algo más al norte, procedió a declarar fundada la ciudad el 11 de junio de 1580.
El P. Larrouy dice: “Según la costumbre, la ciudad se dividió en cuadras y se adoptó para su división la medida de longitud de 151 varas, llamada cuerda, que se usó en Buenos Aires hasta más o menos 1830. Cada manzana tendría de frente 140 varas, quedando 11 para el ancho de las calles... Como en todas partes, cada una se dividió en cuatro solares en que cada fundador construiría su morada... Además del solar los fundadores recibieron, dentro del ejido, una manzana destinada a chacras y corrales para los animales de uso diario... la parte que sobró al norte, sud y oeste, hasta los límites del ejido se reservaba para tierra de pasto común... Sigue una nueva división de tierras que no se ha señalado claramente hasta hoy. Garay anunciaba que se repartiría tierras para huertas «desde el principio de las rozas para abajo, viniendo por la frente del lugar pasando hacia el Riachuelo». Las rozas designaban sin duda las propiedades menores que se distribuyeron el 24 de octubre y que empezaban en el límite norte del ejido, es decir, en Arenales (se refiere a la actual calle de ese nombre), siguiendo río arriba, Las Huertas, serían pues, la barranca del río, hacia el Riachuelo, de Balcarce-25 de Mayo (se refiere a las actuales calles de esos nombre) al Este”.
El trazado hecho por Garay constituyó por consiguiente un rectángulo de 250 cuadras o manzanas, de las cuales sólo 46 se destinaron a solares urbanos, y de éstas, seis al fuerte y plaza mayor, tres para conventos y una para hospital. El resto se dedicó a quintas. Las manzanas urbanas, o sea las dedicadas a habitación de los fundadores, formaban una especie de trapecio compuesto de cuatro hileras de cuatro manzanas cada una, la más cercana al río; de once manzanas, la segunda, y de siete la tercera faja.
Juan de Garay, después de invocar a la Santísima Trinidad, a la “gloriosa Virgen María” y a “todos los santos y santas”, así como sus títulos de teniente de gobernador, capitán general, justicia mayor y alguacil mayor de toda la provincia, declaró que fundaba por su mandante inmediato, Juan Torres de Vera y Aragón, en cumplimiento de lo “capitulado y asentado”, y que la fundación se colocaba bajo la advocación, amparo y guardia de la Santísima Trinidad. Declaró que la iglesia sería Mayor y Principal.
Hechas estas previas declaraciones, afirmó el derecho de la ciudad a tener un gobierno, y por sus títulos para designar el primero, nombró dos alcaldes ordinarios y seis regidores, a quienes concedió los poderes consiguientes en nombre de Torres de Vera y Aragón y del Rey, fijándoles normas para su actuación.
Fueron designados alcaldes Rodrigo Ortiz de Zárate y Gonzalo Martel de Guzmán, y regidores Pedro de Quirós, Diego de Olaberrieta, Antonio Bermúdez, Luis Gaitán, Rodrigo de Ibarrola y Juan Alonso de Escobar, que constituyeron de inmediato el cabildo, cuerpo que habría de inmortalizarse en las jornadas de las invasiones inglesas de 1806 y 1807, y después en las del 22 y 25 de mayo de 1810, que vieron nacer a la Nación Argentina.
Constituido el cuerpo, “pidió” y “requirió” Garay que los alcaldes y regidores “le ayuden a alzar y enarbolar un palo y madero por rollo público y concejil” que sirviese de árbol de justicia, lo que se hizo en el lugar asignado para Plaza Mayor. Sólo entonces resolvió el fundador adquirir la posesión material y dar por fundada la ciudad. El reparto de solares se hizo el 17 de octubre y el de tierras para chacras el 24. El de indios fue hecho el 28 de marzo de 1582, lo que se explica porque antes había que amojonar el trazado y empadronar a lo naturales.
* * *
La ciudad de la Trinidad tuvo su escudo de armas compuesto en la siguiente forma: “Un águila negra, pintada al natural, con su corona en la cabeza, con cuatro hijos debajo demostrando que los cría, con una cruz colorada sangrienta que sale de la mano derecha y sube más alto que la corona, que semeja la dicha cruz de Calatrava, y lo cual está sobre campo blanco”. Enrique Peña, que dedicó especial atención al estudio de los motivos que tuvo Garay para colocar en el escudo la figura de un águila alimentando a cuatro crías, llega a la conclusión de que procede ésta del escudo de Juan Ortiz de Zárate que figura también en el de Juan Torres de Vera y Aragón. En cuanto a las crías, serían la representación de las cuatro ciudades que Zárate estaba obligado a fundar por su capitulación. La cruz respondería a las palabras de Juan de Garay en el acta de 20 de octubre de 1580: “Por haber venido a este puerto con fin y propósito firme de ensalzar la fe católica y servir a la corona de Castilla y León”.

* Historia Argentina, T° I – 1492-1600, pág.383 y ss.




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